En mi vida cátara fue muy importante mi familia. Me ha resultado extraño recordar a una descendencia tan numerosa, porque en casi todas mis otras vidas —al menos las que he recordado, claro— solo tuve un hijo o dos, y no los vi crecer, bien porque murieron en la infancia, o bien porque yo morí en mi madurez. Ya había sentido un fuerte amor paternal por un hijo que adopté en mi vida de pretoriano romano, pero jamás había sentido tal amor maternal por unos hijos que seguramente ya rondaban la treintena.
Ya mencioné a mis dos hijos mayores en la anterior entrada. Identifiqué al primogénito como H, es decir, mi soulmate. Lo que no sabía aún es que precisamente este hijo es el que me iba a hacer reflexionar sobre los aspectos religiosos de esta vida. Todavía no he llegado a dilucidar en profundidad cuáles eran los principales escollos en nuestra relación, pero intuyo que fue más serio de lo que me gustaría reconocer.
Así se presentaron los nuevos recuerdos:
Primero me vinieron flashes de la fortaleza, en el interior esta vez. Parece un recinto amplio, hay niños con nosotros, creo que uno de ellos es mi nieto, aunque no sabría decir cuál de mis hijos es el padre. Creo que esperamos que los perseguidores “pasen de largo”. Tenemos provisiones para unos tres meses, y va a venir el invierno, quizá no puedan subir hasta aquí y se acaben olvidando de nosotros, aunque es poco probable. Siento que hay disputas internas. Nos descubrieron porque alguien quería dedicarse a “predicar” y probablemente los rumores comenzaron a extenderse. Creo que fue alguien de la comunidad (quizá mi tío) y algunos le culpan, pero a mí eso me enfada y les digo que no debemos desunirnos, no debemos culparnos a nosotros mismos, puesto que el verdadero mal lo hacen los perseguidores. Nosotros en general somos muy discretos… pero nuestras costumbres y creencias no gustan a “alguien”.
Mi hijo mayor (el que tiene en este momento unos 30 años, posiblemente H) está por ahí cerca y siento que está muy disgustado por algo, le cuesta contener su ira (es curioso porque esto le ha pasado en otras de sus vidas), y yo deseo cogerle de la mano y calmarle, y explicarle algo, pero no sé si al final puedo decirle todo lo que quiero. Mientras transcribía esta parte, me vino que su nombre podría ser Dominic.
Siento que no tenemos templos. Rezamos en casa, cuando y donde nos apetece, quizá encendamos unas velas y eso nos sirve. Siento que a las mujeres se nos considera iguales intelectualmente y se tiene muy en cuenta nuestra opinión, aunque sí hay reparto de tareas. Nosotras cocinamos y estamos más en casa con los niños, los hombres hacen tareas más físicas y comercian. Creo que a mí me educaron ya así. Me casaron con un hombre que podría ser un familiar, quizá un primo o algo así. Le veo de joven, es alto y regordete, aspecto bonachón, y luego de mayor muy parecido pero con más barriga y con barba. Es un buen hombre y a mí no me importa ser su esposa.
Me veo con otras mujeres trabajando, molemos los granos a mano, diría que hay un horno comunitario donde hacemos el pan para todos y luego lo repartimos. Posiblemente nosotros nos tejemos la ropa, pero eso no lo llego a ver. Vi ovejas en la fortaleza, pero no comemos carne, supongo que sí utilizamos su leche y la lana. Lo de no comer carne es porque creemos que "todo derramamiento de sangre se considera una manifestación del mal". Lo pongo entre comillas porque parecía un precepto muy importante, como si me lo hubiese aprendido de memoria.
Entonces vi una escena en la que estoy con dos de mis hijos, pero ahora yo soy más joven (pelo moreno) y ellos son unos niños. Uno es el mayor, Dominic, ahora tiene unos doce años y está a mi derecha. El menor no sé si es chica o chico, tiene unos ocho años y está a mi izquierda. En la plaza del pueblo va a haber una ejecución, han leído un bando o algo así y por alguna razón tenemos que quedarnos para presenciarlo. No quiero verlo, por supuesto. Con mi brazo derecho rodeo los hombros del mayor, y tengo cogida la mano del pequeño, que se gira hacia atrás para no verlo. Es una mujer, con las manos en grilletes, y con ella hay un verdugo (no sé si encapuchado, no creo). Estuve un buen rato intentando ver qué sucedía, pero no me venía nada. Intuyo que el final fue muy desagradable, tuve la impresión de que no usaron un método de ejecución “normal”, ¿quizá alguna versión del garrote vil pero a lo bestia, clavándole algo en el cuello? Sí sé que es bastante sangriento. Dudo mucho de esto de todas formas. Les digo a mis hijos que deben rezar por su alma.
Luego ya en casa siento la necesidad de hacer algo más por ella, y creo que preparo una infusión con una planta con el fin de purificar su alma. Creo que la infusión la hago siguiendo instrucciones escritas de algún hombre sabio de la comunidad (un ancestro), por lo que deduzco que algo sí que sé leer.
Uno de los chicos me pregunta si la mataron porque hizo algo malo. Le digo que sí, pero que eso no debe hacerse, porque nosotros no nos podemos convertir en jueces, cuando el que debe de juzgar es Dios únicamente. ¿Qué haríamos nosotros con una mujer delincuente? Pues aceptar el mal que hay en ella y dejar que la propia vida le traiga las consecuencias.
Me parece que la nuestra es una religión algo pasiva… pero es que la no violencia es uno de nuestros preceptos más sagrados, así que si nos atacan, solo podemos hacer una cosa: aceptarlo y entregarnos. No podemos luchar, ni siquiera en defensa propia (¿tal vez por seguir las enseñanzas de Jesús de poner la otra mejilla?).
No veo ninguna imagen religiosa, no veneramos imágenes.
(Regresión 12-5-2017).
El flash más fuerte fue que estaba sola en el interior de lo que parece ese recinto amurallado. Siento que es un recinto amplio, de altas murallas, pero igualmente tampoco llego a ver si está cubierto o no, no veo el cielo. Está oscuro, y yo estoy pegada a la pared, que está a mi derecha. Debo de estar sentada en algo pero no llego a verlo, y estoy acurrucada en una especie de capa gruesa que me han debido dejar para no coger frío. Estoy simplemente ahí cabizbaja. Tengo hambre, pero eso no me importa, prefiero que den las pocas provisiones que tenemos a los pequeños. Y además siento sobre todo miedo y mucha tristeza. Lo que más me aterra es la posibilidad de tener que ver cómo queman a mis hijos, eso no sé si lo soportaría...
Luego tuve otro flash, este parecía transcurrir en nuestra casa. Mi hijo mayor, al que llamo Dominic, está sentado frente a una mesa de madera, yo estoy a su derecha. En algún momento queda con el pecho al descubierto, pero no sé la razón. Estamos hablando sobre algo, pero tampoco sé de qué. Al final acaba abrazándome con cariño y yo apoyo mi cabeza en su hombro... creo que dice algo así como que no es mi culpa, y creo que poco después mi segundo hijo hace lo mismo. Tengo la impresión de que Dominic es muy serio, incluso intenso a veces, reservado, y tiene mucho carácter. Mi segundo hijo, en cambio, es más jovial, como más despreocupado.
Creo que Dominic y yo solemos discutir a menudo. Me encantaría dilucidar por qué.
(Regresión 31-8-2017).
Representations of an auto da fe often depict torture or someone being burnt at the stake. The two victims in the lower right, tied to the two posts are resting on two stakes driven horizontally into the posts behind them, meant to prolong their deaths by staving off suffocation by the ropes or garrotes wrapped around their necks. Another likely purpose of these stakes was possibly a means of further shaming and humiliating the victims, due to their apparently intentional resemblance to the human male anatomy. The two victims on the posts await their deaths as the pile of ignited firewood before them is fed and fueled sufficiently to attain the desired result. The two victims standing in line await their own turns next on the posts. All of these victims are Cathars, allegedly St. Dominic's primary targets. Some defenders of St. Dominic dispute the likelihood that the saint ever acted as an inquisitor. Painted in the late 1400's, it depicts an episode in the life of St. Dominic from nearly 300 years earlier. In Pedro Berruguete's 15th century Spain, auto da fe's were still a fairly routine and commonplace event and thus many elements of the painting most probably portray one or more real life events as directly witnessed by the artist himself. It is of interest to note what may have been some subtle but distinct forms of protest incorporated into the painting by the artist: first in the artist's decision to place a few sleeping or drowsy attendants in the work, secondly one can note the only figure in the entire painting who was portrayed with a "fully open mouth" while speaking happens to be the one Cathar who is next in line for execution! Later, during the Protestant Reformation, this painting was used for anti-Catholic propaganda. A very high definition file of the painting is available at the Prado site. Also, by clicking on the file it will enlarge significantly.
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Auto_de_f%C3%A9.jpg