Por ello, me hacen gracia aquellos que dicen que en el hospital tuvieron que hacer medicina de guerra. Sí, seguro... esto es lo mismo que la batalla del Somme en 1916. O igualito a que te destrocen el barco a cañonazos y el cirujano tenga que atender a docenas de marineros desangrándose a la vez, amputando piernas y brazos a diestro y siniestro. Los llaman héroes y encima se lo creen, no se puede ser más estúpido e ignorante. Pero en fin… vivimos en una sociedad infantiloide, así que no sé de qué me sorprendo.
Aparte de esto, tengo la sensación de que esta etapa es mi prueba de fuego, como le decía hace solo unos minutos a un lector de mi otro blog Soy reencarnacionista. Muchas veces me he preguntado por qué he recordado todas estas vidas pasadas, por qué ahora, y para qué me ha servido. Siento como si todas esas vidas estuvieran confluyendo justo en este instante, como si ahora fuera el punto perfecto para su continuación. Sin embargo, no creo que tenga que continuar nada, la verdad, porque no creo que existan buenas o malas decisiones. La vida no consiste en hacer siempre lo correcto o tomar la mejor de las decisiones, sino en vivir y analizar las consecuencias, porque hayas hecho lo que hayas hecho, siempre podrás aprender algo. Más bien creo que lo que aprendí en cada una de esas vidas me está siendo útil justo ahora, y que por eso las recordé, porque necesitaba esa información para saber mucho mejor qué debo hacer ahora.