Hace unos días volví a sentir vértigo. Para ser exactos fue la noche del domingo 23 de julio. Ya lo empecé a notar antes de acostarme, estaba tumbada en el sofá y traté de incorporarme. En cuanto se alivia la presión en el cuello, la sensación desaparece. Me volvió a pasar tres veces más cuando ya estaba en la cama, también al levantarme. Me calmé porque esta vez sabía perfectamente a qué se debía y no quería producir más ansiedad, y volví a dormirme. Por la mañana ya estaba normal.
Busqué los vídeos de un fisioterapeuta que ya conocía. Da unos consejos muy buenos sobre cómo tratar el vértigo y explica muy bien cómo se origina en la mayor parte de los casos. Dice que entender esto es fundamental para tratarlo convenientemente. Dice que una vez que te has dado cuenta de que los ansiolíticos no sirven para nada y reduces tu dependencia hacia ellos, lo mejor es que tomes unas plantas medicinales y realices unas técnicas para relajarte, además de ciertos automasajes y ejercicios del cuello para aliviar las posibles contracturas. Entre esas técnicas hay una de respiración que él llama, literalmente, “dejarse a la muerte”. La hice según la explicaba y me entraron ganas de llorar… porque ese es el punto al que quiero llevar a Roderic, pero Roderic es terco como una mula y no quiere dejar de luchar. Roderic no quiere morir.