Los seres humanos somos especialistas en evadir estas cuestiones morales. Nos las arreglamos de una forma u otra para ignorarlas lo más posible, para que no nos molesten, para no tener que reconocernos a nosotros mismos que estamos haciendo algo mal y deberíamos cambiarlo. Tenemos ejemplos en todas partes, a cualquier hora del día, mires donde mires. Yo no soy nadie para juzgar a nadie, y debo aceptar lo que hay. Pero recordar mis vidas pasadas me ha hecho darme cuenta de que no podemos mantenernos al margen. Con frecuencia es complicado encontrar la mejor forma de hacerlo, una que no incurra en formas de violencia no deseables. Pero, sobre todo, la revolución debe comenzar en uno mismo. Nosotros somos responsables de lo que ocurre en el mundo. Nosotros creamos el mundo que nos rodea. Y si queremos cambiarlo, lo primero que hay que hacer es cambiarnos a nosotros mismos.
ADVERTENCIA: algunos fragmentos pueden herir la sensibilidad del lector. Hace ya un tiempo que siento que no hay mucho más que mis vidas pasadas puedan decirme. Después de más de seis años desde que empecé a recordar, he hecho un buen recorrido a lo largo de mis últimos mil años de existencia, e incluso más atrás. Debería ser suficiente para sacar unas pocas conclusiones, ¿no? Creo que la más importante es que estamos aquí para tomar las mejores decisiones posibles cuando nos enfrentamos a cuestiones morales. Podríamos pensar que eso no suele ocurrir, que solo unos pocos tienen que tomar decisiones morales en su día a día: jueces, abogados, sacerdotes, soldados en guerra… Los políticos ya sabemos que no se preocupan mucho de esas cosas. Pero en realidad hasta la más pequeña de las decisiones puede encerrar un dilema moral, empezando por algo que tenemos que hacer obligatoriamente todos los días para sobrevivir, como es comer.
Los seres humanos somos especialistas en evadir estas cuestiones morales. Nos las arreglamos de una forma u otra para ignorarlas lo más posible, para que no nos molesten, para no tener que reconocernos a nosotros mismos que estamos haciendo algo mal y deberíamos cambiarlo. Tenemos ejemplos en todas partes, a cualquier hora del día, mires donde mires. Yo no soy nadie para juzgar a nadie, y debo aceptar lo que hay. Pero recordar mis vidas pasadas me ha hecho darme cuenta de que no podemos mantenernos al margen. Con frecuencia es complicado encontrar la mejor forma de hacerlo, una que no incurra en formas de violencia no deseables. Pero, sobre todo, la revolución debe comenzar en uno mismo. Nosotros somos responsables de lo que ocurre en el mundo. Nosotros creamos el mundo que nos rodea. Y si queremos cambiarlo, lo primero que hay que hacer es cambiarnos a nosotros mismos.
Comentarios
Parte 2. Seis días después de la visita a la exposición seguía sin saber exactamente por qué me sentía así. Por una parte estaba Katrina. Soy perfectamente consciente de que pude haber acabado en un campo de concentración. Y si no, habría acabado como una de esas mujeres alemanas violadas por los soviéticos. Para los nazis no era más que una débil joven con conocimientos de enfermería a la que podían utilizar en el frente. Para los checos, me había convertido en una traidora. Si hubiera sobrevivido hasta el final de la guerra, lo más probable es que habría muerto tirada igualmente en una cuneta. Por otra parte… Como sé que las emociones son una vía bastante directa a los recuerdos de vidas pasadas, decidí meditar esa noche. No estaba pensando para nada en Fritz, por eso me sorprendió el resultado. Y la regresión fue bastante confusa. Solo destacaron un par de cosas: una pistola que suele aparecer con bastante frecuencia en mis recuerdos como Fritz, y una palabra alemana. Hoy me he puesto a meditar y lo único que me ha venido es mi abuelo de mi vida como Fritz. Siempre me olvido que esa es mi conexión nazi, pero me resulta tremendamente frustrante no poder verificar quién fue, cuál fue su papel en la guerra, lo que me contó a mí y en qué medida me afectaba. Me he visto también empuñando una Beretta. Escuchar a mi abuelo me producía ansiedad y una gran furia, fumaba en su piso mientras hablábamos, a veces también estaba mi madre que no entendía por qué me ponía así. Pero al final no he sacado nada nuevo, y las emociones siguen enquistadas, tanto estas como las que podrían provenir de mi vida cátara, que al fin y al cabo fue también un genocidio. Me vino una palabra en alemán, algo así como Rottenkreutz. Cuando en el transcurso de una regresión nos vienen palabras en otro idioma que no entendemos, nuestro cerebro suele recurrir a cosas que nos resultan familiares, por eso yo tiendo a anglicanizar esas palabras. Al día siguiente busqué “Rottenkreutz” pero no encontré nada. Así que empecé a probar otras alternativas. Busqué Rosenkreutz, y lo más cercano que me salió estaba relacionado con los rosacruces. Más tarde, no sé si ese mismo día o al día siguiente, por casualidad vi una publicación en mi Facebook con la palabra “Ritterkreuz”, refiriéndose a la División Azul española. Me dije: “¡Eso es, Ritterkreuz!”. Busqué su significado, que desconocía, por supuesto: se refiere a la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro, la más alta condecoración que recibían los militares alemanes por actos de valentía. Siempre he sabido que mi abuelo poseía una de ellas, además de muchas otras condecoraciones. El hecho de que me llegara la palabra alemán en la regresión me pareció una señal de que por ahí debía investigar más. Y eso hice…
Parte 1.
Lo difícil viene ahora: ahondar en mi alma para sacar todo lo que llevo dentro en relación a la Segunda Guerra Mundial y cómo todo eso me afecta en la vida actual. No sé hasta dónde llegaré, pero al menos lo intento. La visita a la exposición de Auschwitz me dejó un sentimiento extraño, sí. Mi pareja y yo nos fuimos a comer y él ya notó que estaba más callada de lo normal, aunque no era porque la exposición me hubiera impresionado especialmente. Escuché a una chica muy joven cerca de mí diciendo a su amiga que le daban ganas de llorar y que no le importaba hacerlo de vez en cuando por cosas así. A mí también me dan ganas de llorar… pero son lágrimas de otro tipo. Yo aprendí bastante en el foro Military Past Lives sobre el campo de concentración de Auschwitz, leyendo los testimonios de personas que recordaban haber estado allí como guardias de las SS en una vida pasada, describiendo con todo lujo de detalles cómo utilizaban el Zyklon B y cómo se sentían, entonces y ahora. Eso te hace pensar mucho, sobre reencarnación y sobre la vida en general, sobre el papel que te tocó jugar a ti y a las personas de tu entorno. |
AutoraMi nombre virtual es Eowyn. Llevo desde 2011 investigando y experimentando la reencarnación. Este blog es solo una mínima parte del resultado. ¡Sígueme en Telegram!
Categorías
Todo
Archivo
Abril 2023
Donaciones
¿Es mi blog útil para ti?
¿Te gustaría apoyar mi causa? ¡Gracias! |