Lo difícil viene ahora: ahondar en mi alma para sacar todo lo que llevo dentro en relación a la Segunda Guerra Mundial y cómo todo eso me afecta en la vida actual. No sé hasta dónde llegaré, pero al menos lo intento.
La visita a la exposición de Auschwitz me dejó un sentimiento extraño, sí. Mi pareja y yo nos fuimos a comer y él ya notó que estaba más callada de lo normal, aunque no era porque la exposición me hubiera impresionado especialmente. Escuché a una chica muy joven cerca de mí diciendo a su amiga que le daban ganas de llorar y que no le importaba hacerlo de vez en cuando por cosas así. A mí también me dan ganas de llorar… pero son lágrimas de otro tipo. Yo aprendí bastante en el foro Military Past Lives sobre el campo de concentración de Auschwitz, leyendo los testimonios de personas que recordaban haber estado allí como guardias de las SS en una vida pasada, describiendo con todo lujo de detalles cómo utilizaban el Zyklon B y cómo se sentían, entonces y ahora. Eso te hace pensar mucho, sobre reencarnación y sobre la vida en general, sobre el papel que te tocó jugar a ti y a las personas de tu entorno.
No fue hasta que empecé a atar los cabos y vi la relación entre Katrina, Fritz y mi yo actual, que empecé a comprender por qué me sentía más cercana a los nazis muertos que a los judíos víctimas del Holocausto. Yo había vivido la posguerra en Alemania. No puedo decir que haya sido testigo de cómo un país era invadido por las fuerzas aliadas y cómo estos aliados se lo repartían entre ellos como los trozos de un pastel, ya que era demasiado joven entonces. Pero en mi adolescencia sí que era plenamente consciente de que vivía en un país dividido en el que no se podía hablar del pasado. Al preguntar a los mayores el porqué de esa situación, nadie quería explicármelo. Yo vi cómo en mi colegio se destruían fotografías que representaban el antiguo esplendor alemán durante la época de Hitler. En aquel entonces la gente sentía orgullo, la gente tenía esperanza, y luchó por un futuro mejor. Ahora todo se había convertido en vergüenza. A mí me abofetearon por hacer el saludo nazi siendo solo un niño, cuando ni siquiera sabía qué significaba. Mi abuelo materno, un militar nazi con numerosas condecoraciones, malvivía en un pobre apartamento, en una silla de ruedas, después de pasar un tiempo en prisión después de la guerra. Aún se sentía orgulloso de haber servido a su país, pero le habían olvidado, le habían incluso despreciado. Y yo era incapaz de comprenderlo.
Pero no, de eso no se habla. Existe un lugar en Alemania lleno de millares de losas de piedra sin nombre en recuerdo de las víctimas judías del Holocausto, y no puedes decir nada contra ello o te llamarán antisemita, pero los monumentos (más bien tumbas, porque monumentos, pocos quedan) dedicados a grandes oficiales nazis son diana de actos vandálicos día sí día no, como si esos oficiales nazis, independientemente de su ideología, no se hubieran dejado la piel y muchas veces la vida por defender a los alemanes. Y todo el mundo conoce —o cree conocer— Auschwitz, pero pocas personas saben cómo quedó Berlín después de su caída, ni de mujeres violadas y asesinadas por el ejército soviético. No conocen los bombardeos de Dresde en febrero de 1945. Y las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki son poco más que una anécdota al lado de lo que hicieron los malvados nazis. No son conscientes de que todas y cada una de las personas que se vieron envueltas en la Segunda Guerra Mundial llevan heridas irreparables en su alma, por una razón u otra.
Article by Kevin Alfred Strom
One of this century’s greatest crimes, and probably one of the greatest crimes against women in history, was the mass rape of the conquered women of Europe after the Judeo-Communist victory there in 1945. The rapists were mainly Red Army soldiers, some of them non-White troops from the Far East and Central Asian Republics of the Soviet Union. But I am sorry to say that many of the rapists were men of our own race, and some were Americans. They were brutes no doubt, but they were permitted and encouraged to indulge their lower than bestial urges by official “Allied” policies which incited hatred particularly against the Germans, but also against those of other European nationalities which were then allied with Germany in an anti-Communist bloc. One cannot contemplate this great mass orgy of rape, gang rape, and sexual slavery of innocent women and little girls without revulsion. It would be easy for you to toss this newsletter aside and pickup more pleasant or amusing reading. But if you want to know the truth about one of the darkest secrets of our present establishment, a horrible crime against women about which the Politically Correct feminists are strangely silent, then I urge you to read on. [...]
In Berlin stood a charity institution, the Haus Dehlem, an orphanage, maternity hospital, and foundling home. Soviet soldiers entered the home, and repeatedly raped pregnant women and women who had just given birth. This was not an isolated incident. No one will ever know how many women were raped, but doctors’ estimates run as high as 100,000 for the city of Berlin alone, their ages ranging from 10 to 70.
On March 24, 1945, our “noble Soviet allies” entered Danzig. A 50-year-old Danzig teacher reported that her niece, 15, was raped seven times, and her other niece, 22, was raped fifteen times. A Soviet officer told a group of women to seek safety in the Cathedral. Once they were securely locked inside, the beasts of Bolshevism entered, and ringing the bells and playing the organ, “celebrated” a foul orgy through the night, raping all the women, some more than thirty times. A Catholic pastor in Danzig declared, “They violated even eight-year-old girls and shot boys who tried to shield their mothers.”
https://justice4germans.wordpress.com/2012/11/13/a-memorial-for-the-millions-of-german-women-and-girls-who-were-raped-and-pillaged-by-the-wwii-allied-liberators/
"Thousands of innocent German residents were murdered in their homes by the Czechs, others were forced into interment camps where they were beaten and maltreated before being expelled. Bishop Beranek of Prague declared: 'If a Czech comes to me and confesses to having killed a German, I absolve him immediately'."
Poco después supongo que junto el valor suficiente para decírselo al doctor, o quizá se lo suelto cuando él dice estar preocupado por mi rendimiento. Un día el doctor me dice que vaya a verlo a determinada hora a su despacho. Cuando llego veo que él está detrás de su mesa, el oficial que abusó de mí está frente a él, y a la derecha al otro lado de la habitación dos soldados como si estuvieran haciendo guardia. Yo me quedo paralizada y muerta de miedo, claro, sospecho lo peor. En efecto, el oficial pide al doctor que nos deje solos, que lo que tiene que tratar conmigo es de naturaleza privada.
Luego yo estoy sentada en una silla en el centro de la habitación, temblando, con dos soldados a mi espalda o al lado, vigilándome de cerca. Yo apenas me atrevo a mirar al oficial. Supongo que no se cree que me haya atrevido a hablar, y se acerca a mí lentamente diciendo que no entiende cómo no me quedó claro lo que no debía hacer. Yo recuerdo su cuchillo, y su pistola... aunque como no estamos solos no sé hasta qué punto se atreverá a hacerme algo allí. Por eso creo que me sorprendo un poco cuando de pronto les ordena a los soldados: “Grab her”.
Se acercan a mí, me cogen por algún sitio (supongo que de los brazos). Me amenazan, me golpean (creo que a la altura de los riñones, y diría que tienen cuidado de que no sea en zonas visibles), me ponen contra la pared. Creo que es aquí donde encajaría aquella escena en la que veía a un soldado aferrándome del brazo y empujándome. Al final me obligan a tumbarme boca abajo en el suelo, me aplastan contra él, me inmovilizan fuertemente. Yo estoy aterrorizada, claro. El oficial dice que no puede creer mi comportamiento, sabiendo lo que les ha pasado a muchos de mis compatriotas. Yo lo recuerdo muy bien, y me entran ganas de llorar. El oficial saca su pistola, se agacha a mi izquierda y me apunta a la cabeza, no sé dónde exactamente, quizá juguetea un poco. Repite que si pide mis servicios como enfermera, debo acudir a su llamada, igual que lo haría si fuera uno de sus soldados. Dice que he confundido quién tiene la autoridad aquí, no el doctor, sino él. Dice que puede matarme si quiere, pero que tal vez ni siquiera le merezca la pena, le es suficiente con decir una palabra y me enviarán a pudrirme a un campo de trabajo, por traidora, igual que les pasó a muchos de mis compatriotas. Creo que me quejo de que el soldado me está haciendo daño, pero él dice que más dolor sentiré si me niego a complacerle, porque entonces me cogerá por sorpresa un día, me violará y además hará que varios de sus hombres lo hagan también... Después les ordena que me suelten. No me ayudan a levantarme. Deja que me vaya.
(Regresiones 1-8-2012 y 11-11-2014).
Como Katrina, caí en una depresión tan profunda que ya no pude salir de ella. Pero como todo reencarnacionista sabe, la depresión no se va con la muerte. Mientras procesaba lo que había visto en la exposición sobre Auschwitz y ponía en orden mis pensamientos para responder a las preguntas del hilo en Foro Reencarnación, notaba que de vez en cuando entraba en breves periodos de past life mood. Me di cuenta de que parte de mis sentimientos eran de tristeza. Estos se relacionaban con esa depresión que comenzó en mi vida como Katrina y llegó hasta mi vida actual. Pero además había otra emoción relevante en ese past life mood: ira. Creo que esta ira es parte del proceso de duelo que había comenzado con Katrina después de la muerte de Johann. El problema es que como Fritz no era consciente de dónde me venía. Estos últimos días me he sentido constantemente entre la tristeza y la ira. Pero, igual que me pasaba en mi juventud cuando no sabía por qué estaba deprimida, no era capaz de identificar el porqué de esa rabia interna. ¿Qué es lo que me afectaba realmente del Holocausto? ¿Solo cierto sentimiento de culpabilidad, porque en el pasado yo también maté a hombres desarmados, cuando fui soldado? ¿Resentimiento porque a causa de lo que hicieron unos pocos, toda una generación de alemanes tuvimos que pagar las consecuencias? Busqué la respuesta, meditando. Y la respuesta fue, una vez más: mi abuelo.
Parte 3.