Siempre acompañada de una gran tristeza, veo cómo estamos subiendo por una ladera bastante escarpada. Yo voy caminando sola, con el cayado y sin peso o quizá una especie de cesta ligera que llevo al hombro. Me canso con facilidad, me duelen los huesos, hace frío. El calzado son unas simples sandalias, con un aire a alpargata, diría. Al principio hay bastante luz, pero hay unas nubes negras aproximándose. El camino no es muy ancho, hay escasa vegetación, como malas hierbas al lado del camino, pero en general es tierra clara y piedras. Desperdigados, veo algún niño, alguna mujer, una mula… alguna carreta con provisiones y con algún anciano o anciana que no puede caminar.
Al final, intenté situarme donde el arco y seguir caminando a ver qué hay más allá. Vi a mi segundo hijo esperándome, me coge del brazo y me dirige dentro, y luego lo que veo es como un recinto cuadrangular, pero irregular, con muros altos. Nos vamos acomodando donde podemos, con la mercancía en un rincón, sitios donde hacer fuego en otro rincón…
El 26 de diciembre de 2017 hice una nueva regresión para intentar averiguar más sobre mi vida cátara. Esto es lo que me vino:
Comentarios
Mi vida cátara está ahora mismo muy lejos de mi cabeza, pero creo que debo al lector una continuación del hilo narrativo que estaba siguiendo cuando fui a visitar la exposición de Auschwitz. Lo dejé en el momento en que empecé a investigar en serio sobre los cátaros, gracias a los libros de varios autores que me pasó un miembro del foro. Como seguramente el lector no lo recordará, le invito a que vuelva atrás y relea mi última entrada al respecto.
Comencé con La herejía cátara, de Jesús Ávila Granados, libro que ya mencioné con anterioridad porque fue el que me hizo comprender que gran parte de mi pensamiento actual, especialmente el relacionado con la religión, es muy similar a lo que enseñaban los cátaros. Pero el libro en sí no me pareció muy impresionante. Sí que habla bastante de Montségur y lo que allí sucedió, así que al menos me sirvió para descartar que yo hubiese muerto en esa fortaleza. Mis recuerdos no coincidían para nada. Yo nunca hablé de hogueras, sino de decapitaciones. Quizá, lo más llamativo de esta parte de mi investigación fue descubrir los principales mandatos cátaros. No me podía creer que hoy día sigo estando de acuerdo con la mayoría de ellos: |
AutoraMi nombre virtual es Eowyn. Llevo desde 2011 investigando y experimentando la reencarnación. Este blog es solo una mínima parte del resultado. ¡Sígueme en Telegram!
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