A veces incluso nos suicidamos. Cuando investigamos sobre reencarnación, lo normal es que nos encontremos con una visión idealizada de lo que supone recordar vidas pasadas: lecciones a aprender, almas que te reencuentras, mucho amor y muchos unicornios rosas. Esta visión tan superficial sigue siendo frecuente en el mundo hispanohablante, como muestra este vídeo que me ha llegado recientemente. Es normal, es lo que vende. A la gente no le gusta que le hablen de trincheras, fosas comunes, fusilamientos en masa, víctimas del Holocausto o nazis que se suicidan. La gente piensa en general que todos somos almas buenas y que ninguno se vería envuelto en ciertas atrocidades ni se le ocurriría quitarse la vida. Yo lo pensaba. Así que, como muchos otros que he conocido por el camino, al recordar vidas pasadas has de atravesar una oscuridad que nunca habías imaginado, tienes que enfrentarte a tu sombra, y asimilar que todos tenemos un lado luminoso y un lado oscuro. Nunca sabemos cómo podemos reaccionar a ciertas circunstancias. Como siempre digo en mis libros, el camino del autoconocimiento es justo esto: no es una senda fácil, pero si llegas al final, es cuando encuentras la verdadera iluminación. Lo demás son solo ilusiones.
Estos últimos días he tenido en mente a aquella señora que me dejó un comentario en la página de Amazon de La caja de Pandora quejándose de que hablaba mucho de vidas pasadas nazis. Sí, es lo que hay. Sospecho que muchas personas llegan a la reencarnación buscando el mismo consuelo que ya buscaron en las religiones. No es casualidad que la creencia en la reencarnación esté presente en el budismo o el hinduismo, y según la vida que te haya tocado ahora, la posibilidad de retornar en un nuevo cuerpo te puede resultar atractiva o una auténtica maldición. Pero yo no hablo de creencias. Yo hablo de vidas pasadas que todos podemos recordar, y por suerte o por desgracia el mundo siempre será el que nosotros creemos con nuestras acciones. El mundo será un infierno si nosotros nos empeñamos en hacer el mal. Nosotros, no Dios ni el Diablo ni una “ley universal” que regule los premios y castigos que los seres humanos debemos recibir. Y por ello, la gran mayoría de personas que recuerdan vidas pasadas, recuerdan todo tipo de desgracias: traumas, muertes, violaciones y guerras, en ambos bandos. Una vida pasada es tan real como la vida presente, y pocas veces vivimos vidas fáciles.
A veces incluso nos suicidamos. Cuando investigamos sobre reencarnación, lo normal es que nos encontremos con una visión idealizada de lo que supone recordar vidas pasadas: lecciones a aprender, almas que te reencuentras, mucho amor y muchos unicornios rosas. Esta visión tan superficial sigue siendo frecuente en el mundo hispanohablante, como muestra este vídeo que me ha llegado recientemente. Es normal, es lo que vende. A la gente no le gusta que le hablen de trincheras, fosas comunes, fusilamientos en masa, víctimas del Holocausto o nazis que se suicidan. La gente piensa en general que todos somos almas buenas y que ninguno se vería envuelto en ciertas atrocidades ni se le ocurriría quitarse la vida. Yo lo pensaba. Así que, como muchos otros que he conocido por el camino, al recordar vidas pasadas has de atravesar una oscuridad que nunca habías imaginado, tienes que enfrentarte a tu sombra, y asimilar que todos tenemos un lado luminoso y un lado oscuro. Nunca sabemos cómo podemos reaccionar a ciertas circunstancias. Como siempre digo en mis libros, el camino del autoconocimiento es justo esto: no es una senda fácil, pero si llegas al final, es cuando encuentras la verdadera iluminación. Lo demás son solo ilusiones.
Comentarios
Parte 1. Como ya conté en su día después de la visita al Museo Naval de Madrid, estuve leyéndome en profundidad todos los documentos que pude encontrar sobre la batalla de Tolón y la muerte de James. Aún no he publicado en el blog todo lo que aprendí de la historia. Lo que más me interesaba era verificar mis recuerdos, claro, pero no es que haya muchos detalles. Por ejemplo se mencionaba que rechacé la ayuda del médico, en concreto se dice exactamente que solo viví lo suficiente “para expresar la agonía en la que se encontraba, negando con su cabeza al cirujano”. Yo podía imaginarme perfectamente negando con mi cabeza, pero no me llegaba la escena entera por mucho que intentara recordar (porque por mucho que algunos se empeñen, una cosa es imaginar y otra cosa es recordar). Tampoco se especificaba si mis piernas habían sido cercenadas por completo o si estaban inutilizadas por el destrozo causado por el famoso chain-shot. Sin embargo, mientras escribía mi experiencia en el museo, aquí mismo en el blog escribí que en una sesión de autoreiki (día 16 de enero de 2017) había pasado esto: No noto nada extraño durante la sesión, pero una vez acostada siento dolor extraño localizado cerca de la rodilla izquierda. Un punto está situado un poco por encima de la rodilla, posición dorsal. El otro punto está por debajo de la rodilla. No sé por qué, pero siempre me imagino que los tejidos de la pierna izquierda quedaron completamente destrozados, pero la pierna en sí no estaba seccionada. La pierna derecha tenía menos daños, pero quedó como colgando. Una lástima que nunca podré verificar estos detalles. Aparte de estas sensaciones físicas, también noto algo de las emociones que debieron acompañar a este suceso, principalmente darme cuenta de que no me podía levantar, pensar que no quería quedarme inválido, y saber que iba a morir. |
AutoraMi nombre virtual es Eowyn. Llevo desde 2011 investigando y experimentando la reencarnación. Este blog es solo una mínima parte del resultado. ¡Sígueme en Telegram!
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