Sé que es difícil de creer, pero no era mi intención recordar tanto a James estos días. Quería mantenerlo presente en mi mente como inspiración para mis nuevos proyectos, pero para nada me esperaba que hubiese aún cosas importantes por desvelar. Mientras escribía mi última entrada, un nuevo usuario del foro sugirió organizar una meditación conjunta. Nos reunimos seis personas y la hicimos. El movimiento de energía fue espectacular, como suele ocurrir en estas sesiones. Y supongo que eso, unido al yoga que practico casi a diario, hizo que empezaran a surgir de nuevo emociones y recuerdos relacionados con mi vida como James. Menos aún me esperaba que una gran verificación me revolviera todo por dentro. Nunca te acostumbras a este tipo de verificaciones. Aunque lleves años recordando, te vuelven a sacudir, no sea que vuelvas a caer en la ilusión de que la muerte es real y todo se acaba con ella…
Lo primero que me ha llegado es un flash muy claro, con mucha fuerza, casi como una escena de una película: una bola de cañón atravesando la madera a mi izquierda, desprendiendo grandes astillas de la pared con un estruendo indescriptible y pasando por delante de mí. Yo estoy en una habitación (no exactamente la bodega, pero en la parte de abajo del barco). Siento un gran dolor en la rodilla derecha, no sé si he perdido la pierna. Sé que en alguna parte se ha abierto una vía de agua y pienso que nos vamos a hundir.
(Regresión 30-12-2011. Este es el primer recuerdo que tuve de mi vida como James. Siempre me impresiona la precisión de los recuerdos al compararlos con las crónicas que mucho más tarde pude leer. Entonces no sabía absolutamente nada de mi biografía, como es obvio.)
Al principio, como me suele pasar, eran solo sensaciones físicas. Empecé a sentir mucho frío (que creo que no se corresponde con la temperatura de la habitación), estaba casi tiritando, a veces no sabía si era frío o ansiedad, porque era una sensación que venía de muy dentro más que de fuera (no sé si me explico). De pronto sentí un dolor muy raro, como múltiples pinchazos en el lado izquierdo de mi cara, a la altura de la mandíbula y la mejilla. Entonces noté algo en la pierna derecha. No era dolor propiamente dicho, ni llegué a ver la herida físicamente y con todo detalle aunque lo intenté. Más bien “sentía” que algo iba mal, y sabía que estaba perdiendo mucha sangre. De hecho, creo que es posible que me muriera desangrado antes que ahogado. Eso explicaría lo del frío, porque el cuerpo entra en shock cuando hay una gran pérdida de sangre. Aparte de todos estos dolores, el cañonazo, el habitáculo de madera en el que estoy, veo también unas escalerillas y una trampilla. Y veo que empieza a entrar el agua, aunque no sabría decir si viene de este mismo habitáculo o de otro.
Intento retroceder en el tiempo para aclarar quién soy. La vestimenta es exacta a la que describí anteriormente: medias blancas, pantalones como de tejido brillante ajustados, una especie de chaleco con botones alargados (me acabo de acordar de unos botones que eran como una pieza alargada de madera unida a un cordón que se metía por el ojal, de un abrigo de cuando era niña en mi vida actual… podrían ser similares), y la chaqueta o “casaca” azul. También llevo un sombrero. Para andar me apoyo en un bastón fino, que pensaba que era el sable, pero creo que no, que era un bastón. Peluca gris. Ojos claros. Siento el brazo izquierdo bastante perjudicado, como si tuviera un problema de artrosis, artritis o vete tú a saber… A veces me viene la palabra comandante. Y casi diría que tengo el convencimiento de que soy inglés. Estamos en aguas cercanas a Córcega. Voy a morir en la batalla, y me siento orgulloso de ello.
En todo caso, recuerdo que todo empezó porque los barcos enemigos eran más rápidos. Eran tres, y nos rodearon. Veo nuestros cañones disparando, veo cómo se carga la pólvora y cómo se mete la bola, y cómo se le pega fuego. No hubo modo de escapar. Pienso en franceses y portugueses, curiosamente no me vienen a la cabeza los españoles. En cierto momento alguien de mi tripulación me pide órdenes. Yo le digo que se encomiende a Dios. Me parece curiosa esta forma tan religiosa de hablar.
(Regresión 16-1-2012. De este fragmento destaco ahora la mención de los portugueses. Por las crónicas sé que al principio de mi carrera estuve navegando por las costas de Portugal, aparte de que su presencia en el mar y en el comercio de esclavos iba a la par con la de otros países. Además sospecho que me inspiraban un mayor respeto que los españoles.)
Primero me vi en el habitáculo, después del cañonazo. Creo que no me puedo mover. Aseguraría que me estoy desangrando, y sé que es el fin. Ordeno a mis hombres que desalojen el barco, que ya no hay nada que hacer. Pienso en mi mente: “God save us all”. En cuanto a la batalla, no he conseguido aclarar nada más. Solo he tenido algún flash aislado de los barcos franceses aproximándose, yo en cubierta mirando por el catalejo, y supongo que esperando instrucciones del almirante.
(Regresión 17-1-2012. Aquí me asombra que el relato se aproxime tanto a la verdadera batalla.)
El día de la batalla en el barco. Empecé a notar un dolor extraño, como si algo punzante se me hubiese clavado cerca del cuello, y la herida sangra abundantemente aunque no es muy profunda, y tengo que tapar con un pañuelo. Está claro que algo va mal, pero no veo mucho alboroto, solo “intuyo” el estruendo de los cañonazos y siento que estamos atrapados entre dos barcos y no hay mucho que hacer. Estoy buscando a alguien, entro en un camarote, veo un crucifijo colgado de una silla. Los hombres piden órdenes, voy a la sala de artillería a ayudarlos, tienen que seguir abriendo fuego. Pero no es ahí donde recibo el cañonazo. Bajo a otra habitación más abajo, y me pregunto a mí misma qué estoy haciendo aquí. Me respondo que he venido a buscar más pólvora. Veo unas ventanas cuadradas al fondo, el lugar es más estrecho que la sala de artillería, y mientras hago lo que sea, sé que la situación está muy fea. Pienso en mi esposa y en los niños, la idea de no volver a verlos me entristece, pero no debo desesperar. Es entonces cuando la bala de cañón atraviesa la pared y pasa por delante de mí. No creo que sea eso lo que me produce la herida mortal, sino un pedazo de madera (esto no estaba muy claro de todas formas). Lo único que sé seguro es que no voy a poder salir de allí, estoy en el suelo sangrando y me empiezo a marear.
(Regresión 7-12-2012. Esta regresión fue bastante confusa porque no había mucha conexión visual ni cognitiva, o sea, la información no fluía muy bien. Aún así, me siguen impresionando los detalles. Como alguien que no sabe nada de barcos ni de navegar en esta vida, me era imposible imaginar que una bola de cañón pudiese provocar que salieran volando trozos de madera. Eso fue hasta que, por casualidad (creo que alguien lo posteó en un foro naval), vi el vídeo que sigue. Mucho después vi la película Master & Commander y ahí también lo comprendí mucho mejor.
Con una claridad pasmosa, me viene la imagen del habitáculo del barco en el que muero. No, lo primero de todo fue un dolor rarísimo en la rodilla izquierda sin ninguna razón, un dolor que venía desde dentro, como suelo decir… Me vuelvo a ver sentado en el suelo, no lo veo minuto a minuto, porque supongo que pasó tan rápido que ni siquiera le dio tiempo al cerebro a registrarlo, pero de pronto me veo en el suelo aturdido, veo un reguero de sangre por la madera que va desde mi cuerpo hacia delante y a la derecha, y comienzo a sentir más. Llegué a ver un poco de la herida en la pierna… y luego sentimientos de que es el fin y ya todo se acaba. De nuevo sentimientos de tristeza por mi mujer y mi hijo, y también de frustración por haber estado luchando toda una vida para otros… mientras que yo al final no gano nada.
(Regresión 18-11-2013.)
Estaba demasiado cansada y me dolía un poco la cabeza como para intentar nada parecido a una regresión, así que simplemente me senté y traté de meditar un poco. Estaba casi quedándome dormida cuando de pronto sentí un dolor extraño en mi rodilla derecha, difícil de describir, pero fue como si hubiera explotado. Eso me sobresaltó y me hizo estar más alerta. Entonces me llegaron algunos flashes de lo que parecían ser los últimos días de mi vida. Todos los flashes fueron desde una perspectiva en primera persona:
- Tuve solo la sensación de que mi rodilla estaba sangrando, mi pierna estaba como colgando, y mis pantalones blancos estaban humedeciéndose y poniéndose de color rojo. Estoy medio tumbado en el suelo, como si me hubiese caído y estoy tratando de levantarme, un poco confuso. Como es usual, no veo las heridas.
- Estaba intentando obtener más visiones o al menos más información, pero en su lugar, las emociones se hicieron más intensas. Solo sé que están cayendo demasiados hombres, y siento mucho dolor por ellos. No es que me sienta culpable o responsable de ninguna forma (cosa que agradezco), solo es que me siento tan triste y frustrado. Es exactamente ese momento en el que comprendes que ya no hay nada que hacer y solo puedes rezar para ver el próximo día. Soy consciente de que podría morir, así que empiezo a vislumbrar a mi mujer y mi vida en Boston, ya que pienso que esa fue la mejor etapa de toda mi vida.
(Regresión 8-3-2016.)
Me vinieron imágenes de la batalla final. Serían los momentos justamente posteriores a la orden de Matthews de atacar. Me veo en el timón, fijando el rumbo. Hacia la proa, hacia la derecha, veo un barco que debía de ser el Namur. Yo lo seguía. A la izquierda se aproxima un español que debía de ser el Real. Los rumbos son convergentes. Matthews empieza a disparar pero enseguida lo pasa y sigue adelante. Entonces alcanzo yo el Real y empiezo a atacar a mi vez, ellos responden y empieza el infierno. Fue entonces cuando debieron llegar los otros barcos españoles y empezaron a atacarme también. Se produce un gran daño en las velas, en el casco del barco, en mis hombres. En cierto momento dejo el timón y ordeno a un marinero (supongo que el piloto) que mantenga el rumbo. No dejo de gritar que no cese el fuego. Nos vamos aproximando cada vez más al Namur y usamos los trabucos. Por alguna razón dejo la cubierta y bajo al primer nivel. Aunque yo intente cambiar esto, no puedo. Algo me dice que lo que recuerdo está bien, que no me quedé en cubierta. Alguien me dice que nos estamos quedando sin pólvora. Tienen que seguir disparando, así que voy yo a buscarla y bajo al almacén. Es entonces cuando llega el cañonazo. Aquí volví a sentir una especie de dolor punzante a la altura del cuello, por el lado izquierdo. Es muy característico, vuelvo a pensar que fue por las astillas. Y después es como si no lo recordara. Lo siguiente que veo es ya que estoy en el suelo y no puedo levantarme.
(Regresión 25-2-2017. Obviamente, aquí ya había leído los pormenores de la batalla, por eso mi mente consciente analiza todo lo que veo, pero un recuerdo es un recuerdo, y algo que he leído sigue siendo algo que he leído. Como en algunas de las crónicas se dice que estaba en cubierta, yo tenía dudas de mis recuerdos. Sin embargo, esos recuerdos siempre fueron consistentes, así que lo que pienso es que las crónicas están mal. Siempre queda mejor decir que el capitán estaba luchando como un héroe en la cubierta, que haciendo vete tú a saber qué en una bodega, ¿quizá escondiéndose como un cobarde?)
Esto es más o menos lo que tenía en mi diario de vidas pasadas sobre mi muerte como James, hasta hace menos de una semana. Y cuando piensas que no necesitas nada más, la sorpresa llega…
Parte 2.