Hace unos días volví a sentir vértigo. Para ser exactos fue la noche del domingo 23 de julio. Ya lo empecé a notar antes de acostarme, estaba tumbada en el sofá y traté de incorporarme. En cuanto se alivia la presión en el cuello, la sensación desaparece. Me volvió a pasar tres veces más cuando ya estaba en la cama, también al levantarme. Me calmé porque esta vez sabía perfectamente a qué se debía y no quería producir más ansiedad, y volví a dormirme. Por la mañana ya estaba normal.
Busqué los vídeos de un fisioterapeuta que ya conocía. Da unos consejos muy buenos sobre cómo tratar el vértigo y explica muy bien cómo se origina en la mayor parte de los casos. Dice que entender esto es fundamental para tratarlo convenientemente. Dice que una vez que te has dado cuenta de que los ansiolíticos no sirven para nada y reduces tu dependencia hacia ellos, lo mejor es que tomes unas plantas medicinales y realices unas técnicas para relajarte, además de ciertos automasajes y ejercicios del cuello para aliviar las posibles contracturas. Entre esas técnicas hay una de respiración que él llama, literalmente, “dejarse a la muerte”. La hice según la explicaba y me entraron ganas de llorar… porque ese es el punto al que quiero llevar a Roderic, pero Roderic es terco como una mula y no quiere dejar de luchar. Roderic no quiere morir.
En este blog solo lo mencioné de pasada (El ahorcado), porque normalmente prefiero esperar un poco antes de hablar de mis recuerdos o experiencias, prefiero reflexionar antes de decir nada de lo que me arrepienta después. Pero sí que lo hablo a veces con personas de confianza. El 3 de diciembre de 2016 escribí esto en MPL:
Desde que volvimos de mis vacaciones de verano me ha sido difícil controlar mi ansiedad. Se ha hecho casi tan fuerte que cuando empecé a recordar vidas pasadas. Bueno, tal vez no tan fuerte (al menos no he sentido la necesidad de recurrir a ayuda médica), y ciertamente no tan frecuente, pero sí con síntomas diferentes y extraños, como vértigo y tensión en el cuello (lo que seguramente es agravado por malas posturas mientras trabajo con el ordenador).
Además, desde abril he estado practicando yoga regularmente. Me ha ayudado bastante con las migrañas y los dolores en el cuello, y me he dado cuenta de lo poderoso que es. No he prestado mucha atención a nada “espiritual” (en el mal sentido) asociado a él, pero al mismo tiempo estoy aprendiendo mucho sobre la relación mente/cuerpo. Por ejemplo:
- Una vez en un vídeo escuché a una instructora de yoga decir: “Inhala profundamente y lleva tu respiración allí donde haya tensión, y relaja esa zona, porque esos puntos son los que necesitan más atención y amor”. Por alguna razón la frase se quedó conmigo, y he visto que funciona. Sin embargo, me he dado cuenta de que no es la “respiración” en sí, es simplemente tu mente. Ahora, siempre que siento tensión el cuello, centro mi atención ahí y el dolor mejora en unos minutos.
- En otra ocasión dijo: “Cuando intentes hacer posiciones de equilibrio, verás que depende del estado de tu mente. Si no tienes una mente equilibrada, no conseguirás el equilibrio en tu postura”. Al principio pensé que esto era una tontería, pero tuve la confirmación cuando intenté hacer yoga con ansiedad. No puedes conseguir el equilibrio con una mente alterada. Y a través de la práctica, empiezas a ver cómo te relajas poco a poco según focalizas tu mente en lo que estás haciendo
- Luego, ayer encontré un vídeo de otro instructor de yoga, diciendo que es muy importante la comunicación entre la mente y el cuerpo. El cuerpo no puede ser simplemente un esclavo al que le das órdenes para moverse. Tiene que haber una retroalimentación constante, para poder ser consciente de la posición de tus pies, piernas, manos… sin que sea necesario mirar, y así poder corregirlos si hace falta, para conseguir precisión, alienación en el cuerpo, y entonces equilibrando tu mente.
Cuento todo esto porque anoche me sentía un poco ansiosa otra vez. Decidí meditar y pedir ayuda a mi guía para controlar mi ansiedad. Parece que vino… o tal vez fue mi propio Yo Superior diciéndome las cosas que ya había aprendido. También le pedí que me explicara qué quería decir con eso de “Stop fighting”. Dijo que tengo que dejar de intentar demostrar que no soy débil, como algunos podrían haber considerado a Katrina. O, tengo que dejar de intentar demostrar que soy fuerte, como Roderic hacía todo el tiempo para detener el abuso. “Todo eso se acabó”, dijo. “Eres fuerte, lo sabes. Simplemente relájate, retoma el control, retoma el poder. Sabes exactamente lo que quieres, así que deja de permitir que los demás perturben tu calma y confianza internas. No necesitas construir más muros alrededor de ti. TÚ eres el muro. Deja que los ataques y los pensamientos/sentimientos negativos (tanto externos como internos) pasen a través de ti, sin que te afecten.”
También me hizo recordar la canción “Power” de Marillion que una vez posteé aquí en MPL, que dice:
the stammer and the tremble in my voice
but don’t mistake it for weakness
or some kind of incompleteness
cause round about now
I can feel it tingle-tangling
it's coiled up inside me
and it's ready to blow
Y entonces me guió para parar mi ansiedad. Comparto estas técnicas por si pueden ser de ayuda a alguien. Dijo:
- RESPIRA. Conscientemente. Esto viene del yoga: la clave para relajarse es que la exhalación tiene que ser más larga que la inhalación. Puedes contar: inhala 1-2-3, exhala 1-2-3-4. Pausa. Repite.
- CONCÉNTRATE. Allí donde lo necesites. ¿Que tu mente está acelerada? Ignora tus pensamientos. CONTROLA TU MENTE. Recuerda que tienes que controlar PRIMERO tu mente, para que así puedas controlar tu cuerpo. ¿Que tu corazón está acelerado? Concéntrate en tu corazón. Una respiración más lenta hará que descienda tu frecuencia cardiaca. ¿Dolor en una rodilla? Concéntrate en tu rodilla, trata de traer armonía.
- HABLA A TUS CÉLULAS. Siguiendo mi propia teoría de que la consciencia está en todas y cada una de las células de nuestro cuerpo, ¿podría ser que el cuerpo mental o mente no está limitado al cerebro? Trae consciencia a TODO tu cuerpo. Dile a tus células lo que quieres de ellas: liberar tensión, liberar dolor, “todo está bien”. No controlas tu cuerpo con la mente, controlas el cuerpo a través de la mente (tú no eres tu mente, es solo una herramienta).
- RELÁJATE Y RETOMA EL CONTROL.
Casi sin darme cuenta, me encontré a mí misma completamente relajada y mi mente estaba vacía. Había dejado de luchar.
Sentir vértigo no es grave, si es que está causado por la ansiedad como a mí me pasa. Pero sí que es tremendamente desagradable y entiendo que para algunas personas pueda llegar a ser incapacitante, especialmente si no eres capaz de controlar la ansiedad extra que te provoca. Yo intento sacar lo positivo de todo, y dentro de lo malo, experimentar vértigo me sirve para darme cuenta de lo que debí sufrir en vidas pasadas. Muy pocos de nosotros somos capaces de describir lo que se siente cuando eres herido de gravedad, o cuando tienes un accidente, o cuando has sufrido algún trauma. No podemos describir qué ocurre cuando tu cuerpo deja de responder o cuando crees que vas a morir, a no ser que hayas tenido una experiencia cercana a la muerte. Los que recordamos vidas pasadas podemos hacernos una idea en algunas ocasiones, porque en una regresión lo llegas a revivir todo de una manera bastante escalofriante… pero por supuesto, nunca es lo mismo que vivirlo en el presente, en tu cuerpo presente.
Esto no se lo he contado a nadie: la segunda vez que me pasó lo del vértigo me puse a hacer yoga a la mañana siguiente, aun cuando las piernas me temblaban y pensaba que me iba a caer de bruces al hacer Uttanasana (la pinza de pie). No me caí pero sentí una especie de pinzamiento en los músculos del cuello, que para variar estaban más tensos que las cuerdas de un violín. Sentí el vértigo y eso me hizo doblar las rodillas, para no caerme. Tuve que permanecer unos segundos quieta, en cuclillas, sintiendo la misma vulnerabilidad que debió haber sentido Roderic cuando, a consecuencia de una herida recibida en la cabeza en su huida, tuvo que agacharse, exhausto, y unas gotas de sangre tiñeron de rojo la nieve. Por alguna razón, esa imagen me viene una y otra vez a la mente, como cuando recibió uno de sus primeros castigos, con las manos atadas a un poste, observando impotente cómo sus fuerzas le abandonaban con cada latigazo. ¿Qué puede llegar a pasar por tu cabeza cuando sabes que tu vida está en manos de otros? ¿A qué nivel de ansiedad puedes llegar tras meses de lucha constante, temiendo siempre más represalias, y finalmente siendo capturado, juzgado y condenado a muerte? Y aun con todo ello, no quise rendirme. No es la primera vez que lo digo: creo que luché bastante en la horca antes de morir. Me habían derrotado. Pero eso es algo que yo nunca llegué a aceptar. Y me negué a derramar una sola lágrima por todo lo que había pasado. Por eso estoy tratando de romper a Roderic. No me refiero a nada violento cuando digo “romper”. Es un romper como cuando dices “rompió a llorar”; “se derrumbó”.
A día de hoy sigo preguntándome cómo es posible que todos esos sentimientos, esos patrones mentales que creamos a consecuencia de eventos traumáticos, esas secuelas en nuestras almas, lleguen a nosotros cientos de años después. Aunque tengo una hipótesis sobre el mecanismo que lo hace posible, me sigue maravillando que ocurra. La gente normal tiende a pensar que esos recuerdos son como algo externo que por alguna razón vuelve a ti. A no ser que lleves un tiempo recordando vidas pasadas, no sabes que no se trata de algo que vuelve a ti, sino que ese algo jamás se fue, porque está escrito en tu mente, en tus células, en tu alma, y por ello no puedes desprenderte de esos recuerdos. Como digo a veces, no hay vidas pasadas. Todas tus vidas pasadas están en ti, aunque no las recuerdes todas.
Experiencias como esta me hacen reflexionar sobre las causas que hacen que recordemos, y las explicaciones habituales que se dan en determinados círculos espirituales no encajan. Pensar que recordamos como una especie de castigo, porque si sientes culpa es porque hiciste algo mal en el pasado y lo debes pagar ahora, por ejemplo, es algo que carece totalmente de sentido. Pensar que tenemos todos esos recuerdos traumáticos porque hay algo que sanar también me parece una explicación incompleta. Según pasa el tiempo, más convencida estoy de que recordar vidas pasadas es algo natural. O, al menos, volvemos con estas “secuelas” físicas y mentales porque es el proceso natural en todo organismo, igual que una herida sangra, se cura y luego la costra cae, a veces dejando cicatriz, a veces no. Si queremos, podemos utilizar este proceso como un recurso más que la vida nos ofrece. Nos sirve para comprendernos mejor a nosotros mismos, para comprender mejor lo que nos pasa en la vida, para darnos una nueva perspectiva y nuevas herramientas para abordar mejor los problemas. Pero no es indispensable hacerlo. En el caso de Roderic, mi guía no pudo estar más certero: STOP FIGHTING. Si consigo hacer comprender a Roderic que debe aceptar la derrota y la pérdida, y entregarse a la muerte, estoy segura de que habré acabado con mi ansiedad.