Si nada me lo impide, yo siempre escojo la segunda opción, así que esto es lo que he estado haciendo en la última semana: agarrarme con toda mi fuerza al mástil y aguantar la tormenta. La verdad es que lo veía venir. Mi pareja me reprocha que nunca quiero hacer nada que se salga de nuestra rutina habitual, como visitar museos navales, pero quizá es porque sé el riesgo que corro: hay potenciales triggers acosándome en cada rincón. Y aunque esta vez el efecto no ha sido inmediato, digamos que la experiencia está siendo bastante... productiva.
Ya noté que algo se estaba removiendo en mi interior cuando vi aquel viejo grabado de mi barco destrozado a gran tamaño. Recordé que desde que verifiqué esta vida (eso fue hace cuatro años... sí, cuatro) no había leído ninguno de los libros que me había descargado sobre lo que pasó en la batalla de Tolón. Así que pensé que ahora era el momento de hacerlo. Ya tenía experiencia leyendo libros que hablan sobre ti en una vida pasada. En aquella ocasión era un libro supuestamente de ficción, y las emociones que surgieron me sorprendieron por su intensidad. Esta vez el libro no es de ficción. Además, no es que se centre excesivamente en mi persona. No esperaba para nada que leerlo me iba a afectar tanto. Lo reconozco: a pesar de llevar más de seis años recordando vidas pasadas, para algunas cosas sigo siendo bastante inocente...
Mis primeras reacciones en cuanto a cómo se desarrollaron las cosas durante la batalla fueron de rabia. Antes de irme a la cama, posteé esto en un foro que frecuento (traducido del inglés):
En resumen, parece que estaba rodeado de superiores ineptos y compañeros cobardes, que me dejaron solo cuando las cosas se pusieron feas. Puedo contar a los valientes con los dedos de una mano, como otro capitán que estaba comandando un brulote (un barco más pequeño cuya misión es prender fuego al barco enemigo una vez que ha sido cañoneado y casi destruido), pero explotó antes de que pudiera cumplir su misión.
Me cabreo tanto viendo la cadena de errores y cómo todo llevó a la destrucción de mi barco y a tantas víctimas, cuando podríamos haber derrotado fácilmente al barco español que estaba atacando (incluso éramos superiores en número, ¡por el amor de Dios!). Lo llamaron “sacrificio”. Yo lo llamo “pura cobardía, mezclada con incompetencia”. Qué vergonzoso fue. Me siento tan decepcionada con mi propia flota. Después de la batalla solo se dedicaron a culparse unos a otros en lugar de aceptar su responsabilidad. Ahora sé que la mayoría de ellos recibieron lo que merecían en los tribunales militares.