He estado escribiendo un relato corto y no se me ocurrió mejor forma de acabarlo que describiendo una escena de un juicio y una ejecución en el futuro. Y no, no lo hice por casualidad. En parte es un reflejo de cómo me siento en general respecto a la reencarnación: sola, incomprendida, aislada... No voy a decir sin que nadie que me escuche, porque eso no es verdad, pero sí con muy poquitas personas alrededor que sepan realmente de lo que hablo. Por suerte o por desgracia esas personas siempre están lejos y nuestras vidas no se entrecruzan todo lo que desearía. Así que, aunque el contacto por internet mitiga algo este sentimiento, coincidir prácticamente todos los días en los foros es de mucha ayuda, y hasta han podido colaborar en La Caja de Pandora... pues no es lo mismo que poder salir a tomar un café cara a cara y hablar largo y tendido con ellas. En la vida real, me veo condenada al silencio, como la protagonista de ese relato. Por otra parte, lo de los juicios y las ejecuciones aún son temas recurrentes en mis recuerdos de vidas pasadas, y nunca viene mal escribir sobre ello para liberar ciertas emociones... y vaya si lo conseguí. Me volví a sentir como cuando hace años, escribiendo mis novelas de ficción, y sin tener aún recuerdos conscientes, “conectaba” con esa parte de mí que guardaba emociones de vidas pasadas. Empezaba a notar que la historia me estaba afectando demasiado como para ser “una simple historia”. Y entonces me limitaba a pensar que era una mujer especialmente sensible. Qué inocentes podemos llegar a ser a veces...
Luego, pasaba un día y me ponía a hablar de mi nuevo avatar en uno de esos foros, que no es otro que Jaqen H’ghar, el personaje de la famosa saga de Juego de Tronos. La principal razón para elegirlo, en un principio, fue que estaba desarrollando mi Teoría del Tiempo y las Vidas Simultáneas. Una de las frases que dice Jaqen es “Death is certain. The time is not”. Yo estoy plenamente de acuerdo con esto, porque no creo en la preplanificación al menos hasta el extremo de que nuestras muertes estén programadas. Todos sabemos que vamos a morir, pero no sabemos cuándo. Además pienso que el tiempo es subjetivo, por tanto tampoco es nunca “seguro”, depende de nuestra percepción. Aparte de eso, Jaqen siempre fue uno de mis personajes favoritos, y al estar encerrado en un carro con barrotes me recordaba mucho a mí mismo como Roderic en la Irlanda del siglo XIV. Pero más tarde me di cuenta de que había muchas más razones para esa elección: su interés por la muerte, su pertenencia a una especie de hermandad secreta que se dedica a dispensar la muerte a partir de criterios que no parecen depender de la justicia humana, su capacidad de transformarse y ser en apariencia varias personas, como hacemos cuando reencarnamos... Me puse a buscar fotos para mi móvil, y he aquí que de pronto me doy cuenta de que hay algo en él que me atrae muchísimo, siento casi como si me estuviera enamorando de él. Pero después de toda la experiencia que tengo con vidas pasadas, me di cuenta de que no era que me estuviera enamorando. Lo que ocurría era que me veía a mí mismo como Roderic en él y sentía mucho que me hubieran matado en la horca en lugar de haber seguido con vida para convertirme en un hombre como él. En sus ojos era capaz de distinguir el sufrimiento que hubo en mis ojos aquellos últimos días... y también la sabiduría que quizá habría alcanzado yo si hubiera tomado otras decisiones. Sentía la típica nostalgia que sentimos muchos reencarnacionistas por un tiempo pasado, por no ser más aquellos que fuimos.
Y así van pasando los días... Acabo de finalizar un libro que aún no ha salido a la venta, y aún siento que no he dicho nada. Escribir sobre esto es como casi como abrirte en canal y dejar que todo salga, pero a pesar de todos los esfuerzos, parece que el mensaje no le llega a nadie. Les sigues viendo a todos atontados —sí, atontados, pese a quien le pese— creyendo que son muy “espirituales” porque ellos también piensan que hay vida tras la muerte y que todos volvemos, acudiendo a conferencias para que les hablen de reencarnación, como si ahí les pudieran enseñar algo. Mientras, los que recordamos vidas pasadas y sabemos de verdad de qué va esto, seguimos encerrados en nuestras propias casas o nuestros propios sitios en internet donde nos sentimos seguros, compartiendo nuestras experiencias, aprendiendo unos de otros y elaborando teorías que, sin duda alguna, se acercan mucho más a la verdad que las de los “investigadores serios” de reencarnación, que dicho sea de paso, andan bastante perdidillos. Con la diferencia de que las nuestras, por desgracia, serán ignoradas por toda la eternidad. Así es la vida.