En mi caso, fue la ansiedad y la depresión lo que no me permitía avanzar. Y ahora empiezo a ser consciente, por mis conocimientos ampliados de la naturaleza de la realidad, de cómo los desequilibrios energéticos pueden acabar afectando al cuerpo físico. A veces un problema orgánico o mecánico puede estar causado directamente por esas emociones residuales asociadas a la lesión original. Hasta que no trabajes adecuadamente esas emociones, la lesión no desaparecerá. Y a veces no es necesario trabajar nada, a veces la propia enfermedad es una oportunidad de aprendizaje.
Llevaba unos días escribiendo en ese plan. Y quién sabe por qué, sin ni siquiera desearlo, me acosté, me relajé profundamente para poder dormir bien, y me empezaron a venir escenas de mi vida como Susan. Al principio, las mismas escenas tenebrosas de siempre: mis últimos días en prisión; las duchas frías entre los muros, fuera verano o invierno; el desequilibrio mental; la lenta desesperación; los primeros golpes; la ocultación del ojo morado cuando iba a la iglesia… Viendo lo que se venía, pedí escenas agradables, que son más bien escasas en esta vida. Y, quién sabe por qué, mi deseo fue concedido…
Me fui a los días de mi primer matrimonio. Desde el minuto uno fue un infierno, así que los momentos que puedo llamar felices no son muchos, pero empecé a verme en la casa que teníamos. Mi marido se pasaba el día fuera atendiendo sus negocios. Teníamos una o dos criadas en casa, pero no creo que estuvieran todo el día, y yo de vez en cuando cocinaba algo para mi marido. Como en mi vida actual, me gustaba la repostería. Una imagen muy clara me llamó especialmente la atención: estaba trasteando en la cocina y de pronto vi apoyado contra la pared un saco de tela blanca, sobre la encimera. Debía de pesar medio o un kilo, y enseguida supe que era azúcar. Pero no era azúcar como el que conocemos actualmente. De algún modo sabía que el del saquito era azúcar granulado, pero de gránulo más grande que los que encontramos hoy en los supermercados, y, por supuesto, sin refinar, de color caramelo. Aparte de ese, vi también unos grandes terrones, parecidos a grandes caramelos de color dorado. Un nombre me vino enseguida: sugar candy. Curiosamente, una palabra que muy raramente he utilizado en español.
Pero antes de eso, me asaltó otro recuerdo que me emocionó profundamente: de pronto lo vi, el piano que teníamos en casa. La verdad es que no recuerdo si menciono algo parecido en mi diario de vidas pasadas, juraría que no. Sí había visto ya el que había en la casa de mi infancia, un piano viejo de madera que parecía más un clavicordio. Lo tocaba de niña. Ahora me sentaba frente al piano de mi marido. Estaba situado frente a una pared, entre dos amplias ventanas, por eso deduzco que no es un gran piano de cola. Levantaba la tapa y pasaba mis dedos por las teclas, tan suaves, y deseaba tocarlo, pero mi marido me lo había prohibido expresamente y me daba miedo hacerlo. Una de mis criadas me anima a tocar en su ausencia, pero yo temo que lo oiga desde lejos o algo así y luego me dé una paliza por ello. Aquí tengo sin duda una emoción por procesar. Escribí este recuerdo anoche en mi diario, y ahora lo escribo aquí para el blog, y me vuelvo a emocionar. Me produce una gran frustración y una gran rabia que no pudiese tocar. Es como si mi marido no quisiera dejarme hacer nada con lo que pueda disfrutar, así de huraño era…
Ahora entiendo que a veces necesite escuchar la banda sonora de la película «El piano», una y otra vez… Hay varias escenas en esa película que me estremecen de arriba abajo. Creo que eso sí que lo he comentado en alguna ocasión.
A falta de una investigación más profunda, dejo por aquí mis hallazgos respecto al azúcar en los Estados Unidos, a principios del siglo XIX. Es totalmente coherente con mis recuerdos: lo normal en aquellos días era que tuvieras que comprar los terrones de azúcar en la tienda para luego molerlos en casa. Me encantan las verificaciones instantáneas 😊.
In the 1800s in the US, grocery stores had portable mills to grind lumps of muscovado sugar into granules.
In 1858 the Mason Jar was invented and canning took off. Canning required white sugar, increasing the demand for it.
https://www.alcademics.com/2011/09/sugar-in-early-american-history.html