La intención principal de la entrevista era contar qué me llevó a recordar vidas pasadas y cómo acabé finalmente escribiendo un par de libros sobre reencarnación. Es un resumen de los primeros capítulos de La Caja de Pandora, aunque no llegamos a profundizar mucho en cómo surgieron los recuerdos de la primera vida que empecé a recordar, la de Cardiff, ni cómo fue todo el proceso que siguió, que personalmente considero lo más interesante.
Lo he contado muchas veces antes. Yo no buscaba recordar nada cuando aquellas imágenes comenzaron a surgir en mi cabeza. Tampoco estaba haciendo nada especial. No estaba sentada en el diván de un terapeuta regresivo ni había tomado drogas psicodélicas ni había hecho un ayuno de una semana para alcanzar la iluminación. Fue todo mucho más mundano, mucho más simple. La primera vez estaba meditando en el sofá de mi casa, tratando de calmar mi ansiedad. No sé aún ni cómo ocurrió, de hecho durante ese verano de 2011 no conseguí que se repitiera. Y cuando ya me decidí a probar mi primera grabación de autohipnosis, estaba sentada en una vieja silla de escritorio, con el ordenador al lado, cerca de un rincón del salón, preguntándome qué diablos estaba haciendo y qué pensarían mis familiares si me vieran hacer algo tan estúpido como escuchar una grabación que me llevara a mis vidas pasadas, si es que tenía alguna y no me estaba volviendo ya loca del todo…
Ayer me dijeron que tenía un don por ser capaz de recordar vidas pasadas. Yo insistí por enésima vez: no tengo ningún don. Cualquier persona puede hacerlo. Nuestros recuerdos nos pertenecen, y están ahí si los necesitamos. Son una herramienta más que podemos usar para vivir nuestra vida presente con plenitud. Solo tienes que poner tu intención, desear de verdad llegar a la raíz del problema, y si la raíz del problema está en una de tus vidas pasadas (o varias), pues ahí que te irás. No hay más.
He de decir que hablar de temas tan personales por primera vez en público fue un auténtico desafío para mí, ya que muy pocas personas conocen cómo empezó todo, cómo uno de mis personajes supuestamente de ficción se había convertido en «algo más» que no conseguía comprender completamente. Si en aquel entonces se lo hubiese contado a alguien no dudo que habría acabado en el psiquiatra, y por eso me cuidé mucho de mantener el secreto. Y sin embargo, la imagen que yo misma me había inventado, en teoría, me acompañó durante toda mi vida, a veces haciéndose increíblemente real. Mi natural tendencia a la soledad hacía que en el camino de ida y vuelta al colegio me imaginara la compañía de un hombre rubio y con el pelo largo con el que podía charlar y tener conversaciones interesantes, algo que raramente me sucedía con los chicos de mi edad.
Durante la entrevista llama la atención la insistencia de Mary en saber si mis primeras experiencias me aliviaron de manera inmediata la ansiedad y depresión que sentía. No sé si es por el sesgo que tiene al ser terapeuta pero siento decir que síntomas tan graves como esos, que además llevaban conmigo casi desde siempre, no se «sanan» de la noche a la mañana. De ahí nace una de mis principales luchas en el mundo de la reencarnación: la cuestión de la sanación espiritual.
Luego es curioso cómo da por hecho que no se puede demostrar que lo que estamos viendo son vidas pasadas, otro sesgo muy frecuente entre terapeutas regresivos, para los que esa supuesta «sanación» es lo más importante. Lo comprendo, pero siempre he dicho que es una pena que ellos mismos no se impliquen más en la investigación de vidas pasadas, ya que son los que pueden tener fácil acceso a ellos y llevar un adecuado registro. Si lo hicieran, muchas más personas llegarían a identificar con nombre y apellidos la persona que fueron en el pasado, con lo cual tendrían la absoluta certeza de que la reencarnación es un hecho. Una creencia, por muy fuerte que sea, no es lo mismo que una certeza. Y aparte de eso, por supuesto, la evidencia que tenemos a favor de la existencia de la reencarnación crecería casi a un ritmo exponencial, a pesar incluso de que muchos investigadores no den mucha validez a la hipnosis.
La parte en la que hablamos de la Segunda Guerra Mundial no la habíamos considerado durante la preparación de la entrevista. Surgió sola y me alegro de que me atreviera a mencionarlo, porque lo normal es que la gente que habla de reencarnación lo haga de manera muy superficial y tiendan a evitar los traumas que van saliendo mientras recordamos. Sin embargo, los traumas relacionados con vidas pasadas son una constante que me he encontrado en todos los foros de reencarnación, y no son traumas fáciles de enfrentar. Dudo incluso que un terapeuta regresivo sin la adecuada formación sepa cómo manejarlos, porque estoy hablando de traumas muy serios como abusos sexuales, soldados obligados a matar o víctimas que acabaron en campos de concentración. Muchas de las personas que conocí en los foros sufrieron toda su vida de síndrome de estrés postraumático sin saber de dónde venía, o nacieron con disforia de género.
También menciono «la reacción», fenómeno que sufrimos muchas personas, seamos o no conscientes de su relación con vidas pasadas, y que te puede pasar antes o después de tener recuerdos reales. El episodio que menciono lo describo con más detalle en mi otro blog.
Una de las frases que dije que más me gustó y que me salió sola, por lo interiorizada que la tengo, fue: «Somos lo que somos por las experiencias que hemos tenido». Aún tengo pendiente escribir una entrada titulada «La casualidad no existe», enumerando todas aquellas características de mi personalidad que hoy sé están relacionadas con eventos de mis vidas pasadas.
La parte sobre las conexiones de vidas pasadas con otras almas que nos vamos encontrando en el camino es bastante interesante y lo suelo tocar con frecuencia en los foros donde participo. Al ser una cuestión muy personal no suelo entrar en detalle en sitios públicos más que nada por respeto a la otra persona. Menciono a alguien que significó mucho en esta búsqueda, que fue mi hijo en una de mis vidas pasadas, en concreto en la vida que fui pretoriano romano. Como algunas otras personas que participaron en La Caja de Pandora, tuvo también una vida en el Tercer Reich, y además tiene un pensamiento filosófico muy peculiar. Con ella aprendí muchísimas cosas interesantes, tanto desde el punto de vista personal, por esas conexiones álmicas que son más frecuentes de lo que parece, como por todo el conocimiento que fui reuniendo en cuanto a las vidas pasadas en el Tercer Reich. Todo lo que viví con ella no lo cambiaría por nada.
En resumen, aunque tocamos varios temas y todos muy interesantes en la entrevista, me quedé con ganas de profundizar mucho más en algunos de ellos. Estoy segura de que en el futuro llegarán nuevas oportunidades, incluso no descarto crearme mi propio canal sobre reencarnación. Sigue habiendo demasiada locura ahí fuera 😉.