Vuelvo y sigo sin notar nada, así que consigo reanudar mi trabajo en los vídeos de Helen Wambach que próximamente postearé. Una tarde comienzo a notar algo de past life mood. Pienso en Katrina, porque es agosto, y porque la noche anterior acabo de ver en una serie de televisión a alguien muerto en las trincheras. Agosto siempre pesa en mi corazón, en algún momento. Es como una opresión que no te deja respirar. Al mismo tiempo sigo pensando en Roderic, me pregunto si ya lo dije todo en aquella última entrada o si tengo algo más que añadir. Sospecho que no he visto todo el maltrato al que fue sometido. Le digo a mi guía que quiero verlo todo, como siempre… aunque ya no sé si eso cambiaría algo, si cambiaría lo que sé que tengo que hacer, lo que ya estoy haciendo de algún modo: derramar lágrimas por todo aquello que ocurrió y por lo que no lloré.
Me acuesto un momento en el sofá y sigo sintiendo el past life mood, una tristeza que no se corresponde al presente. Siento la necesidad de coger un papel y un bolígrafo y escribo esto:
Running in vain from a life of abuse...
Y a veces llegas a preguntarte si no estarás exagerando o “romantizando” una historia que tal vez no pasó como quieres imaginar —como recuerdas— porque todo parece demasiado cruel, demasiado duro como para haber ocurrido en la realidad. Con frecuencia olvidamos que la realidad supera la ficción.
No, tal vez no fue suficiente abuso que violaran a tu madre delante de tus ojos cuando eras solo un niño, ni que te dieran una patada cuando intestaste clavar un cuchillo, asido con tu puño de niño pequeño, en el pie del hombre que la estaba violando.
No, tal vez no fue suficiente abuso que quemaran y arrasaran una aldea entera mientras tú, también niño y muerto de miedo, te pasabas toda la noche acurrucado en un escondrijo hasta que tu hermano vino a sacarte.
No, tal vez no fue suficiente abuso que quisieran cobrarse sus impuestos llevándose la caza que necesitabas para alimentar a tu mujer que estaba amamantando a vuestro único hijo.
No, tal vez no fue suficiente abuso que te azotaran en público para dar escarmiento a los demás, hasta que caíste medio desmayado por haber robado una oveja para calmar tu hambre y la de los tuyos.
No, tal vez no fue suficiente abuso que degollaran a tu hijo delante de ti mientras su madre gritaba desconsolada y a ti te sujetaban y te golpeaban entre tres hombres.
Tal vez no te parezca esto suficiente abuso que justifique lo que hiciste después. Y sabes que hubo más, tuvo que haber más, porque aún buscas una razón para que un hombre como tú quiera desear venganza para así aliviar algo el dolor que te parte el corazón. Quieres ver más, saber más, pero ¿es realmente necesario? ¿Aún necesitas una justificación para sentirte menos culpable, cuando eran los otros los que estaban abusando de su poder?
Vuelve a escuchar la canción:
Running IN VAIN from a life of abuse.
No pudiste huir del abuso. Te ahorcaron. Fuiste su prisionero desde el principio, porque estaba en sus manos apretar y apretar hasta que te rompieras. Y lo consiguieron. No podías huir del abuso ni tampoco del dolor. Pero ya no necesitas una justificación. Lo que necesitas es revivir el pasado para poder expresar ese dolor.
No sé si esto significa que mi guía me va a mostrar más imágenes del maltrato al que fui sometido. A veces pienso que todo el dolor y la ira que llevo dentro tiene que ser por algo más, por un abuso más prolongado en el tiempo, quizá cosas horribles que permanecen en la oscuridad. Pero tal vez esté equivocada. Últimamente vuelvo a ver en mi mente una escena muy concreta de aquella película que vi de niña que me impactó tanto, titulada Ojo por ojo (creo), en la que torturan salvajemente a un hombre. ¿Podrían haber hecho algo parecido conmigo, solo por divertirse? Sí, claro que sí. Pero no sé si eso desvía mi atención de lo realmente importante aquí: aceptar la derrota, abandonarme a la muerte, y llorar por fin por todo lo que perdí.