A pesar de mi escepticismo, seguí esos consejos y escribí todo aquello que no podía explicar por experiencias de esta vida y que pudiera tener relación con mis vidas pasadas. Solo meses, incluso años después, pude comprobar que era cierto: muchos miedos, actitudes, características de mi personalidad, algunos pensamientos... habían tenido claramente su origen en hechos del pasado remoto. Y no fue hasta que me puse a investigar a fondo la bibliografía de reencarnación, cuando encontré que esa relación entre los juegos de infancia y las vidas pasadas no era algo que se hubiera inventado nadie o una simple observación de las personas que recuerdan vidas pasadas y/o investigan la reencarnación a modo personal. Al contrario, había incluso publicado un artículo científico sobre ello. El Dr. Ian Stevenson había estudiado cientos de niños que decían recordar sus vidas pasadas, y se había dado cuenta de que muchas veces sus juegos de infancia tenían una relación directa con sus vivencias en esas vidas.
De 278 casos de niños que decían recordar vidas pasadas, se vio que en 66 de ellos (el 23’7%), los niños jugaban a juegos que eran inusuales en sus familias y que concordaban con sus recuerdos de otras vidas. A veces estos juegos fueron el primer indicio que hizo pensar a sus padres que estaban recordando una vida pasada. En 22 casos los juegos reflejaban eventos concretos de la vida de la persona fallecida, como su profesión, sus hobbies o la forma en que murió.
Me parece especialmente interesante la reflexión de Stevenson al principio del artículo. Aunque muchos investigadores se han preguntado por la función que ejerce el juego en los niños, pocos se han preguntado por qué se elige una temática en concreto y no otra. Los que lo han hecho observaron:
- Los niños suelen imitar a un padre o a uno de sus hermanos mayores. Por ejemplo, una niña jugará a “cuidar de la casa” si ve a su madre haciéndolo.
- Entre uno y dos años de edad, parece haber distintas preferencias de los objetos de juego dependiendo de si es niño o niña. Pero, aún más interesante: si el niño o niña presenta algún grado de disforia identidad de género, mostrará preferencia por juegos que son más propios del sexo opuesto.
- Niños que han sufrido algún tipo de trauma parecen recrear la experiencia estresante en sus juegos.
Personalmente puedo afirmar que debe de haber algo de cierto en el punto 3. Mis juegos a menudo implicaban algún tipo de recreación, especialmente cuando estaba sola en mi cuarto (siempre he sido una niña muy vergonzosa). Algunas de esas recreaciones eran de escenas especialmente violentas, desde luego no propias de una niña de esa edad, y también muy específicas. Entonces no tenía ningún tipo de recuerdo de vida pasada, al menos no de manera consciente, pero ahora sé que ese tipo de escenas, con detalles muy parecidos, sucedieron, al menos, en dos de mis vidas pasadas.
Respecto al punto 2, me consta que hay muchas personas que también pueden aseverar que eso es cierto. Yo nunca he tenido disforia de género, pero sí he sentido siempre mayor afinidad por el sexo masculino. Un ejemplo de este tipo de comportamiento es que yo fui la única de mis hermanos, todos chicos, que disfrutó de verdad jugando al Meccano, montando vehículos y apretando tornillos... lo que parece tener relación con mi vida pasada de la Guerra Fría, cuando fui ingeniero y mecánico de aviones.
A continuación describo los casos que me han parecido más interesantes.
1. JUEGOS QUE CORRESPONDEN A PROFESIONES DE LA VIDA ANTERIOR.
- Comerciante: P.S., un niño del norte de India, recordaba la vida de un próspero comerciante que había sido propietario de varias tiendas, la más importante era una donde se fabricaban galletas y soda. A la edad de dos años y medio, P.S. comenzó a hacer maquetas de lo que parecían tiendas. También hacía galletas de barro y las servía con “té”, que en realidad era agua. Comenzó a hablar de soda. Se enfrascaba tanto en sus juegos que apenas jugaba con otros niños y según su madre esa fue la causa de que fuera un poco retrasado en la escuela.
- Profesor de escuela: L.A. era una niña de Sri Lanka que comenzó a hablar a los dos años y medio de la vida pasada de un ama de casa y profesora. A los tres años comenzó a jugar a que era profesora, antes de haber visto a ningún adulto enseñando (su padre era instructor en una escuela de carpintería). Se envolvía en una prenda que imitaba un sari de profesora, y después, usando una caña como puntero y una puerta como pizarra, se ponía a enseñar a una clase imaginaria. Les pedía a los miembros de su clase que le dieran sus cuadernos. Este comportamiento aún continuaba a los cinco años y medio, cuando comenzó a ir a la escuela.
- Propietario de club nocturno: E.K. recordaba la vida de un hombre que tenía un club nocturno en Estambul, y desde niño jugaba frecuentemente a dirigir un club. Cogía cajas de cartón y las colocaba como si fueran un bar, poniendo botellas sobre ellas. Asignaba papeles en el club a las niñas del vecindario y a una le dio un palo que representaba el micrófono de una cantante. También ponía dos sillas para las dos esposas del propietario del club.
- Operador de un molino de harina: V., un niño del norte de India, recordaba la vida de un próspero molinero. Cuando tenía dos años, estaba jugando con arena y erigió lo que parecía ser un molino de harina. Le dijo a abuela: “Tráeme algo de grano para moler”.
- Médico: V.R., también del norte de India, recordaba la vida de un médico. Como muchos médicos en la India, este doctor tenía una consulta donde examinaba a los pacientes y vendía las medicinas que prescribía. De niño, V.R. jugaba a ser un doctor. Montó una consulta con botes y un termómetro. Tomaba la temperatura con un palo y luego lo sacudía como se hace normalmente con un termómetro médico para bajar el nivel del mercurio. Examinaba a sus compañeros de juego como si fueran pacientes. En una ocasión que el Dr. Stevenson le entrevistó, muchos años después, recordó que una vez una mujer que conocía tenía fiebre alta, y él mezcló sal y pimienta en agua y lo “prescribió” a su paciente.
- Mecánico: D.J., un niño del Líbano, recordaba la vida de un mecánico de automóviles. A la edad de dos años y medio, comenzó a decir algunos nombres que sus padres no reconocían. Durante el año siguiente comenzó a decir que era de un lugar llamado Kfermatta, y habló de un accidente de coches cerca del mar. Un día le vieron tumbado debajo de un mueble, como un sofá, y parecía estar desatornillando algo. Su familia no entendió este comportamiento y se preocuparon de que pudiera dañar el mueble. Cuando le dijeron que parara, él replicó: “Estoy trabajando”. No lo entendieron hasta que el niño dio la suficiente información como para saber que en su vida pasada había sido un mecánico de Beirut.
- Conductor de tonga: V.M., un niño del norte de India, comenzó a hablar sobre la vida de un conductor de tonga llamado Kallu. Solía ponerse una toalla en el hombro, como los conductores de tonga hacen en la India, cogía un trozo de cuerda para hacer de riendas, y actuaba como si estuviera guiando un caballo. Mientras jugaba decía “Tic, tic” repetidamente, imitando el sonido que los conductores de tonga hacen cuando desean avisar a los peatones de que van a pasar. Lo hacen golpeando el látigo contra los radios de las ruedas de la tonga. V.M. solía decir: “Soy un conductor de tonga”, y una vez señaló: “Solía cobrar media rupia; ahora cobraré una rupia”. (Probablemente esto se refiera a la tarifa por llevar pasajeros desde la estación de ferrocarril a sus casas, como había hecho Kallu con su tonga).
- Bandido: C.F., un niño de Turquía, recordaba la vida de un bandido, Cemil Hayik, que se había suicidado antes de permitir que la policía le capturara (y probablemente le ejecutara). De niño lanzaba piedras a los soldados y a los policías. Jugaba con un palo como si fuera un rifle.
- Soldado:
- B.B., un niño de la India, nació en 1918 con disminución de su pigmentación en la piel y el pelo, hasta el extremo de que debería ser considerado albino. Afirmó que había sido un soldado de nombre Arthur y había muerto en la “Guerra Alemana” (Primera Guerra Mundial). Presentaba muchos rasgos de comportamiento occidentales. Desde que tenía tres años jugaba a ser soldado. Daba órdenes militares como “Izquierda, derecha” y “Marchen”. Fingía que un palo era un rifle, y pidió tener una pistola.
- Stevenson también cita el caso de C.E. (Carl Edon, uno de los mejores casos de reencarnación que existen), nacido en Inglaterra. En cuanto pudo hablar dijo que “Había estrellado un avión por la ventana”. Dijo que había sido piloto de un Messerschmitt y había estado en una misión de bombardeo. Cuando tenía entre dos y tres años, dibujaba insignias y medallas de uniformes militares. Dibujó un avión con una esvástica. Hacía el saludo nazi con su brazo extendido y elevado, y también el paso de ganso alemán.
El Dr. Stevenson afirma que jugar a ser soldado es tan común entre los niños de todos los países que no debería considerarse inusual. Yo difiero levemente en esta interpretación. Es muy común que las personas recuerden una vida pasada militar, debido a que la guerra forma parte de la vida cotidiana de muchas personas en todo el mundo, independientemente de la época o la región geográfica. Así que yo diría que jugar a soldado es tan común porque es muy posible que la gran mayoría de nosotros hayamos sido soldados en alguna de nuestras vidas pasadas. Lo realmente inusual es tener recuerdos conscientes de haber sido soldado, y sobre todo que puedan ser verificados.
- S.G., una niña de la India, recordaba la vida de una mujer que había muerto dejando una hija pequeña llamada Minu. Sus últimas palabras antes de morir fueron “¿Quién cuidará de Minu?” Su tía, testigo de estas palabras, aseguró que ella la cuidaría. Cuando S.G. tenía un año y medio y apenas sabía hablar, fue vista acunando un bloque de madera o una almohada, dirigiéndose a ella como “Minu”. Alguien le preguntó quién era Minu y ella respondió: “Mi hija”.
- I.A., una niña del Líbano, recordaba la vida de una mujer, Selma, cuyo marido le había disparado cinco días después de dar a luz a su hijo Gandi. De pequeña, I.A. solía sostener una muñeca cerca de su pecho como si la muñeca estuviera mamando. Llamaba a la muñeca Leyla, que era el nombre de una de las hijas de Selma, Un día su familia la encontró en la casa de un vecino donde había un niño que casualmente se llamaba Gandi. I.A. dijo que quería darle de mamar.
3. JUEGOS CORRESPONDIENTES AL GÉNERO DE LA VIDA ANTERIOR.
- R.K. era una niña de Sri Lanka que recordaba la vida de un niño que se había ahogado en un pozo cuando tenía poco más de siete años. De pequeña, R.K. mostraba preferencia por las actividades de niños como volar comentas o el cadju, un juego similar a las canicas. También se unía a los chicos para jugar al cricket. Montaba en bicicleta y se subía a los árboles.
- A.P. era una niña de Tailandia que recordaba la vida de un niño que se había ahogado. De pequeña le encantaban los juegos y deportes de chicos, como el boxeo.
4. RECREACIONES DE LA FORMA DE MORIR EN LA VIDA ANTERIOR.
- M.S., un niño de Birmania, recordaba la vida de un hombre que se había ahogado cuando un ferry se hundió. Entre los dos y tres años, M.S. actuaba en sus juegos como si fuera un hombre que trataba de escapar de un barco que se estaba hundiendo. Gritaba: “El barco se hunde. ¡Ayuda! ¡Ayuda!”
- R.S., un niño del Líbano, recordaba la vida de un hombre, Sami Abutin, que se había suicidado poniendo el cañón de un arma bajo su barbilla y apretando de algún modo el gatillo. Estaba solo cuando lo hizo y no dejó ninguna nota. Se había peleado con su hermano y también se sentía frustrado porque su deseo de casarse con una mujer a la que amaba se había desbaratado cuando esta mujer se empezó a interesar en otro hombre. A los tres años de edad, R.S. puso un palo bajo su barbilla como si fuera un arma y le dijo a sus hermanos: “No hagáis esto”. Continuó con este comportamiento durante más de un año. Cuando tenía cinco años y estaba jugando de nuevo de este modo, su padre le preguntó qué estaba haciendo. Respondió que era lo que él se había hecho a sí mismo. Explicó: “Hice esto por mi primo. Me prometieron que me la darían, pero no lo hicieron”.
Referencias:
Stevenson, I. (2000). Unusual Play in Young Children Who Claim to Remember Previous Lives. Journal of Scientific Exploration, Vol. 14, No. 4, pp. 557–570.