Llevo unos días sintiéndome igual que ella, si soy sincera. Ahora mismo no le veo salida alguna a esta situación. Están hundiendo la economía a propósito, sumiéndonos en una posguerra ficticia, dividiendo a la población, a ver si con suerte empiezan a luchar entre ellos y mueren más rápido. Ya han asesinado a miles de ancianos, dejándolos solos y aterrorizados en las residencias. Ahora van a por nuestros niños, traumatizándolos innecesariamente, convirtiéndolos en seres antisociales, con miedo de relacionarse, sumisos y obedientes no sea que los castiguen por ser niño y querer jugar en el patio del colegio. La mayoría de los padres ni siquiera reaccionan. La poca gente despierta que hay permanece aislada, no es escuchada, es tildada de «negacionista» y ridiculizada constantemente en los medios de manipulación masiva. El mundo que conocemos se viene abajo. Y todos vamos a ser arrastrados.
Esta vez son más sutiles, utilizan otras armas, pero van ganando igualmente. No tienen prisa. Quizá el daño de lo que están haciendo no será bien visible hasta que pasen veinte o treinta años, o más de una generación, pero los que queden lo acabarán viendo. Están creando una sociedad enferma, como ya son la mayoría de nuestros jóvenes, que están demostrando ser los más manipulables y cobardes de todos. Crecieron con móvil y videojuegos, ya sabían lo que estaban haciendo entonces. Y ahora ya es demasiado tarde para todos. Vamos directos a la esclavitud más absoluta, a un mundo en el que los esclavos ni siquiera saben que son esclavos, porque prefieren no saberlo. Prefieren permancer drogados, comprando en centros comerciales aunque tengan que hacerlo con mascarilla y echándose gel hidroalcohólico cada vez que entran en una tienda. Prefieren permancer ignorantes al hecho de que no son más peones que los poderosos mueven a su antojo, eliminándolos del juego cuando lo consideran necesario, mediante medicamentos y vacunas innnecesarias, envenenando el agua que bebemos, los alimentos que comemos y el aire que respiramos.
Frente a mí tengo las mismas opciones de siempre: luchar hasta que la policía me detenga y me fusile, como hizo Jérôme; rebelarme y luchar hasta que me encarcelen y me ahorquen, como hizo Roderic; luchar por la Verdad, por la paz, como hizo Mathilde, hasta que me decapiten… o quizá debería hacer lo mismo que hizo Katrina, y acabar con toda esta mierda cuanto antes, para evitarme todo el sufrimiento. ¿Cuál es la mejor decisión? Estaría bien ver qué me responderían todos esos que creen en el karma.
Me gustaría ser optimista, pero me resulta difícil serlo cuando sé cómo acabaron todas esas vidas. Esta vez no tendría por qué ser diferente.