Hacía tiempo que no escribía en el blog. Últimamente la vida real no me deja mucho tiempo para la introspección. Por una parte sigo inmersa en el mayor proyecto de mi vida. Sigo estudiando y actualizando mis conocimientos. Para crear mi empresa y que empiecen las obras en el local, tengo que viajar a otra provincia, yo sola. Todo esto se junta con una segunda operación quirúrgica de mi padre, que tiene que pasar otras tres semanas en el hospital. Aunque intento no dejar el yoga, apenas encuentro un momento tranquilo para meditar. Me doy cuenta de que estamos en mayo y aparentemente no hay past life mood que me esté afectando en la actualidad. Sin embargo, según avanza el mes y llega la segunda mitad, de pronto siento que, bajo la superficie, Katrina aún se acuerda de Johann.
Y he aquí que poco después me encuentro con la buena noticia de que MPL ha vuelto, y una de las primeras cosas que hago es buscar ese retrato en mis registros, y me vuelvo a sorprender de lo parecido que es a la imagen que tengo de él en mi cabeza. Veo un reportaje sobre la comida que les ponen a los militares españoles, y un joven soldado me recuerda a él… tan inocente, lleno de entusiasmo, porque por lo visto trabajar para el ejército es algo vocacional. Veo en su cara la misma sonrisa que había en la cara de Johann, la misma felicidad por estar cerca de tanques. Veo los mismos ánimos que él me daba cuando ya estábamos en medio de la guerra. Pero eso no le salvó de la muerte. Sospecho que la resistencia francesa acabó con él hacia la segunda mitad del mes de mayo de 1942. Cuando él murió, morí yo con él, aunque mi cuerpo siguiera viviendo unos pocos meses más.
Hablar de él sigue doliendo. Pero hoy no quería entretenerme en los detalles sino hacer un pequeño homenaje a MPL. Como dice una canción de Marillion (otra vez), “you never miss it till it’s gone” (“nunca lo echas de menos hasta que se va”). En los últimos meses he estado ocupada acabando una novela, escribiendo en otros blogs y foros, haciendo activismo vegano, pensando en cómo quiero que sea mi negocio… así que no he tenido tiempo de lamentarme por no tener a MPL. Pero ahora me doy cuenta de cuánto lo he echado de menos.
Mis propios recuerdos empezaban a contradecir esa visión. Y las experiencias que iba a conocer en MPL lo corroboraban: recordar vidas pasadas puede ser muy duro. Es algo que te acompaña durante años, durante toda tu vida… Ahí aprendí que cuando la puerta se abre, ya nunca se cierra. Las emociones cambian, crecen y decrecen, pero nunca desaparecen del todo. Vuelven con los aniversarios, de manera cíclica, como si fueran una marea. Y, por supuesto, aprendí que no vale cualquier cosa: hay que investigar mucho y verificar tus recuerdos. Y no, no se trata de “sanar” nada. Los recuerdos son recuerdos, tan jodidos como los que puedes tener de tu infancia, si tu infancia fue jodida. Solo los que recuerdan vidas pasadas de verdad y llevan un tiempo lidiando con sus recuerdos llegan a comprenderlo: la reencarnación no es ningún cuento de hadas. Es jodidamente real. Si no lo fuera, ninguno de nosotros lo pasaría tan mal. Ni tampoco lograríamos verificar nada.
MPL es una joya desde el punto de vista científico. Hay personas que comenzaron a recordar siendo niños. Muchas han tenido recuerdos consistentes durante toda su vida. Muchas han conseguido increíbles verificaciones históricas. Me atrevería a decir que los máximos expertos en reencarnación del mundo estamos en MPL. El problema es que a ningún investigador académico de reencarnación le interesa venir a MPL y escuchar. Quizá nosotros tampoco colaboraríamos. El asunto es demasiado personal como para exponernos a la opinión de “investigadores” sin experiencia propia que dicen “empatizar” con nosotros. Qué alejados de la realidad están…
Pero MPL está ahí para todo el que quiera saber.
Yo quería saber. Así que leí todo lo que pude, y traté de comprender, con una mente abierta, lo que contaban soldados reencarnados que habían vivido en primera persona la Segunda Guerra Mundial, en ambos bandos. Es duro leer amplias descripciones de lo que supone luchar (y morir) en batallas. Es duro leer lo que hicieron miembros de las SS en los campos de concentración. Es duro leer los testimonios de judíos (y otras víctimas) que murieron en la Segunda Guerra Mundial. Es increíblemente esclarecedor leer conversaciones sobre el sentimiento de culpa, a veces presente, a veces no. Es muy enriquecedor asistir a debates entre antiguos enemigos, siempre desde el máximo respeto y la sensibilidad hacia las víctimas. Al mismo tiempo, es sorprendente ver que hoy día todas estas personas son personas normales (aunque con un peculiar sentido del humor), con sus trabajos, con sus familias… no son más malvadas que otras. No están sufriendo especialmente. Solo llevan el peso de ciertos recuerdos en sus corazones, pero eso le pasa a cualquiera que recuerde vidas pasadas, sean de la época que sean. La conclusión obvia es que el karma no existe, por mucho que algunos quieran seguir creyendo en él.
Después de más de un año cerrado por cuestiones técnicas, el foro Military Past Lives vuelve a abrir sus puertas para todo aquel que necesite un buen sitio donde aprender y hablar de reencarnación. Hoy me siento afortunada. Vuelvo a tener un refugio. Vuelvo a sentirme como en casa.