Empecé a recordar vidas pasadas hace casi seis años. Desde entonces no he parado quieta. He publicado varios libros, he creado varios blogs y un foro, y he conocido a muchas personas diferentes. Con algunas de ellas he mantenido conversaciones bastante interesantes de las que he aprendido mucho. Con otras he llegado a tener discusiones acaloradas, sobre todo cuando luchaba contra fuertes creencias instauradas en la mente de mi interlocutor. Estoy muy feliz de haber llegado hasta aquí y estar haciendo esto. Pero cuando miro atrás y observo el camino andado, tengo muy claro que si tuviera que elegir, solo hay una cosa con la que me quedaría para siempre: haber conocido a otros reencarnacionistas, pero sobre todo, haber conocido a algunos de mis soulmates.
La mayoría de la gente no da ese paso, y acaban perdiéndose esas experiencias, la verdadera experiencia. Como ocurre en muchas ocasiones cuando un “amigo” te invita a una boda y tú solo vas por una cuestión de compromiso, la mayoría de la gente se queda en lo superficial. En lo bonito que era el vestido de la novia, en lo original que fue el menú de diez platos, lo larga que se te hizo la ceremonia, y en cómo acabaste medio piripi con tus otros amigos. Tratas de divertirte porque es lo mejor que puedes hacer en una celebración que solo es verdaderamente importante para los que se casan, muchas veces tratando de ignorar lo mal que te llevas con el cuñado o alguno de los otros invitados y esperando que el tiempo pase rápido. Del mismo modo, la mayoría de la gente, aunque crea en la reencarnación, para ellos eso no es muy distinto a estar sentado en un banco de la iglesia esperando a que el cura acabe de hablar del Señor recibiendo a sus hijos en su seno. No se lo toman en serio. No les importa un carajo lo que puedan contar otras personas sobre posibles vidas pasadas, personas que, dicho sea de paso, probablemente están todas desvariando.
Yo el domingo por la tarde estuve en una boda distinta, en una boda muy especial. Se celebraba a casi 8500 kilómetros de donde vivo actualmente, pero gracias a las tecnologías modernas, la distancia no importa, estuve allí igualmente. Se casaban dos grandes amigas reencarnacionistas. A una de ellas la recuerdo de unas cuantas vidas pasadas, y ella lo sabe, aunque no tiene recuerdos propios. Eso tampoco importa, porque la conexión estuvo ahí desde el principio, desde que yo llegué a un foro como una principiante que buscaba respuestas, y ella era ya una veterana que supo darme valiosos consejos a lo largo de mi camino. Aún no nos conocemos en persona, pero asistir a su boda fue un gran acontecimiento para mí, y llevo cuatro días que el corazón no me cabe en el pecho por haberla visto tan feliz y saber que le espera un futuro estupendo.
Salvo en círculos muy reducidos, todos guardamos el secreto, por supuesto. En redes sociales no se comenta nada relacionado con vidas pasadas, porque la mayoría de la gente no lo entendería. Pero tú sabes ciertas cosas que casi nadie podría llegar a imaginar. Sabes lo que hay detrás de muchas preferencias, sabes el porqué de la estrecha unión entre esas dos personas, todo lo que tienen en común, sabes de dónde vienen, sabes de los reveses del destino, tal y como lo llaman algunos, y cómo han acabado burlando ese supuesto destino… Recuerdas los comentarios que hace la gente sobre sus personalidades pasadas, y realmente no puedes evitar pensar cómo de engañado está el mundo sobre cómo funcionan en verdad las cosas. Es tremendamente irónico.
En lo personal, yo lo llamo “ver a través del tiempo”. Los reencarnacionistas podemos hacer eso. Pasaremos desapercibidos en una reunión social, y nuestro poder permanecerá oculto, porque no tenemos ningún interés en hablar de lo que recordamos y sabemos con personas que no lo van a comprender, pero es un poder con el que convivimos todos los días. Todos los días piensas en alguna vida pasada. Todos los días te encuentras con algún trigger, por pequeño que sea. Todos los días echas de menos a ese alguien que dejaste atrás porque él murió después (o antes) de ti. Todo eso suele ser bastante triste. Pero a veces también puedes ser mucho más consciente de lo valiosa que es nuestra vida. Tienes frente a ti a dos personas que nacieron en otro país, a las que aparentemente solo conoces desde hace unos años, y sin embargo, a la vez eres consciente de que la conexión se remonta a miles de años atrás. Ves quién es esa persona actualmente, y a la vez ves quién fue, y ves todo por lo que tuvisteis que pasar en otras vidas. La ves crecer como tu hijo, y luego la ves crecer aún más como tu hermano, y luego la ves convertida en adulto en fotos en blanco y negro que corresponden a otra era en la que tú viviste y moriste en otro país y te dio tiempo a nacer otra vez, y piensas: “Hubo un tiempo que yo era un niño y él un hombre de la edad de mi padre”. Y resulta que ahora eres tú la que se está haciendo vieja otra vez. Pero eso tampoco importa, porque ahora sabes que la edad es solo un número. Puedes ver no solo a través del tiempo, sino a través del disfraz que supone tener un cuerpo físico. Pero lo mejor es que ves cómo existe una continuidad, y sabes que la muerte no es más que una ilusión.
Las distancias no existen. Creo que estoy empezando a comprender esto ahora, a comprenderlo de verdad. Escuchaba hace poco a Helen Wambach decir que el nacimiento es separación, es venir a un mundo frío y cruel, solo. Y estoy completamente de acuerdo. Por eso dicen que las almas que reencarnan son almas valientes. Pero a veces tenemos la facultad de recordar de dónde venimos, y entonces te haces consciente de que en realidad esa separación no es real. Cuando formas lazos espirituales con otras almas, esos lazos son irrompibles, son muchísimo más fuertes que los lazos de sangre. Son lazos eternos, y aunque en una o varias vidas no vayas a reencontrarte con esas almas, esos lazos seguirán estando ahí, para siempre.
Voy a recordar toda mi vida esta estupenda boda. Siempre me traerá una sonrisa, una sonrisa enigmática de reencarnacionista que solo otros reencarnacionistas pueden descifrar.
La vida (y la muerte) es absolutamente maravillosa.