Viendo que era urgente que hiciera algo, el domingo antes de la cena (hace dos días) decidí probar por primera vez una sesión de lo que se denomina “yoga restaurativo”, es decir, ejercicios muy suaves y lentos destinados a liberar tensiones y traer relajación. Duraba una hora, y ya mientras lo hacía noté cómo las energías comenzaban a fluir. Volví a sentir cómo de cargado estaba el cuello. En determinados momentos sentía ganas de llorar. Pero en yoga te dicen que te concentres en el ejercicio y en la respiración, y si te vienen pensamientos debes ignorarlos, así que eso hice. Antes de acostarme, mejor que meditar, porque aún estaba procesando las emociones del viernes, decidí hacer reiki. La mayoría de las veces que hago reiki para mí misma (autoreiki, como yo lo llamo), no siento nada inusual, excepto el típico hormigueo en las manos. No me vienen imágenes de vidas pasadas, ni nada que se le parezca. Esta vez sí que me preocupé por abrir los canales emocionales, que normalmente no lo hago. Quizá por eso sucedió lo que voy a relatar a continuación.
Cuando puse las manos sobre el corazón empezaron a llegarme fuertes emociones. Sabía que procedían de Roderic. Eran los sentimientos de culpa y frustración que me acompañaron durante los días previos a mi muerte. Entre otras cosas, pensé en mi hermano Gareth, es decir, otra de las encarnaciones de mi guía, otra vida en la que estuvimos juntos por un tiempo. Cuando estoy deprimida siempre le echo de menos, y ese sentimiento también había estado presente toda la semana anterior. En la vida de Irlanda crecimos juntos. Él era mayor que yo, aunque es difícil precisar cuánto, quizá dos o tres años. Tenía el pelo moreno, más corto que el mío, y los ojos claros. Cuando se casó se fue de la aldea, y yo me quedé solo con nuestro padre. Debí casarme poco después, y en los acontecimientos que siguieron Gareth ya no estuvo presente.
Resumiendo mucho, me dijo que me estaba focalizando demasiado en el único error que había cometido en esa vida, y había olvidado todas las cosas buenas que nos habían pasado. Recordé la infancia y parte de la adolescencia con él. El tema con nuestra madre y los saqueos por parte de los hombres de nuestro señor siempre estuvieron ahí, ensombreciendo nuestros días, pero aparte de eso, fue una buena vida. Casi perfecta, diría... y eso quizá lo hace aún peor, pensé. Gareth señaló: “No life is perfect (you should know by now)”. Vivíamos cerca de las montañas, teníamos un padre que nos enseñaba a cazar, una madre a la que ayudábamos en sus tareas, un suelo en el que dormíamos. Sin las disputas por poseer las tierras y la violencia que ejercían los señores sobre sus súbditos, habríamos podido ser muy felices.
Siempre lamenté que se fuera. Le eché muchísimo de menos. Eché de menos su consejo. Siempre pienso que si él hubiera estado a mi lado, las cosas podrían haber acabado de otra manera, quizá él habría podido hacerme ver las cosas desde otra perspectiva, quizá me habría detenido... Él negó con su cabeza. “¿Crees que yo habría actuado de otra manera? Te culpas porque no pudiste evitar sus muertes, pero jamás los abandonaste”. Recordé el parto de mi mujer, yo estuve allí todo lo cerca que me dejaron, sufriendo fuera mientras la oía gritar de dolor. Mientras estuvo embarazada fui muy gentil y protector con ella. Eran mi familia, ¿cómo podía hacer otra cosa? “Te culpas por lo de nuestra madre, te centras en que no pudiste hacer nada, y te olvidas de que eras solo un niño, ¡un niño! ¿Cuántas veces te lo dijimos padre y yo?”
Más tarde, después de haber acabado la sesión de reiki, recordé a qué se refería.
REGRESIÓN DEL 14 DE MARZO DE 2012.
Hay una celebración. Veo gente reunida en una pequeña explanada de campiña, todo rodeado de vegetación verde oscura y pequeñas casas desperdigadas alrededor, casas muy humildes. Pero en un claro han puesto guirnaldas, y veo unas chiquillas bailando, se han puesto flores en el pelo y bailan alrededor de un poste al que han atado cintas de colores, y cada una de ellas lleva una de esas cintas. Más allá hay una pareja: es mi hermano Gareth con su novia. Es el día de su boda. Creo que no es una ceremonia religiosa propiamente dicha, pero tienen que hacer sus votos frente a una persona mayor de la aldea. Estoy feliz por él, pero al mismo tiempo siento tristeza, porque sé que ya ha decidido irse.
Entonces me veo unos días antes, estamos él y yo sentados en una mesa de madera en nuestra casa. Nuestro padre está por ahí cerca. Nuestra madre murió o no la volvimos a ver. Hablamos de su próxima marcha. Me dice que se va porque quiere tener una vida en paz, no quiere poner en peligro a su mujer. No sé si llega él a decirlo pero yo pienso que no quiere que le pase lo mismo que a nuestra madre. Entonces siento un gran dolor en mi interior. Siempre pienso que se debería hacer algo para que las cosas fueran distintas. Y me siento impotente y me siento culpable por no poder cambiarlas. Ese hecho de mi infancia me dejó muy marcado, me sigo culpando a mí mismo por no poder haberlo evitado, y arrastro un gran odio y un gran rencor hacia quien lo hizo. Pienso que si volviera a ver a ese hombre lo mataría. Mi padre y Gareth saben que aún me afecta. No dejan de repetir que era demasiado pequeño para hacer nada, pero yo sé que tenía un cuchillo en la mano, podría habérselo clavado en la espalda o en el pie si solo hubiera tenido el coraje necesario… Lo más probable es que no hubiese logrado nada más que ser maltratado también o asesinado por aquel hombre, pero de todas formas me sigo culpando a mí mismo.”
"Don’t you see you gave your life for them and even so, you keep blaming yourself? WHAT’S WRONG WITH YOU, BROTHER?”
Saber que él habría aprobado lo que hice cambia mucho las cosas. Sé que él se ponía de lado de mi padre cuando salía el tema de hacer algo por mi madre. Trataba de que me olvidara de ello porque era más consciente que yo del peligro que eso suponía. Cuando me hirieron para darme un escarmiento nuestro padre y él estaban allí mientras una mujer me curaba las heridas, y ambos condenaron mis acciones. Yo protestaba: “¿Qué pasa? ¿Ni siquiera puedo alimentarme?” Ellos estaban preocupados, nada más. Y no querían atraer más violencia y dolor a nuestras familias. Pero una vez que no tienes familia, ¿qué importa? Quizá la palabra no sea “aprobar”. No creo que Gareth aprobara del todo mis acciones, pero quizá sí lo hubiese comprendido. Después de todo, fueron mi esposa y mi hijo los que resultaron muertos. Si él hubiera estado a mi lado, tal vez habríamos acabado los dos ahorcados, quién sabe.
En todo caso, mi guía me hizo ver las cosas positivas de mi vida como Roderic, y aunque sé por experiencia que solo he empezado a arañar la superficie y Roderic aún no está “roto” del todo, creo que este es un buen comienzo. Siento que me he liberado parcialmente de la carga que pesaba sobre mis hombros. Y aparecer como Gareth es uno de los mejores regalos que me ha hecho jamás.
Hay otra canción de Arena, llamada "City of Lanterns" que me recuerda también estos sentimientos y trae una luz de esperanza: no importa lo mal que lo estés pasando --como yo cuando me encontraba esperando la muerte en aquella mazmorra— todo llega a un fin. Todos sobrevivimos.
Oh my brother, kneel with me and share this dream of paradise
Through this cold and freezing night we will survive
Oh my sister, walk with me and share this dream of paradise
Through this unforgiving night we will survive
As the Lantern City lights burn ever bright