La práctica regular de ejercicio físico, pero sobre todo de yoga —ya hace más de un año desde que hago cinco días a la semana como mínimo, sin saltarme ninguna sesión a no ser que haya alguna cuestión física que me lo impida—, me ha hecho recuperar una paz interna y un bienestar general que no sentía desde hace tiempo. Si no fuera por la rigidez que siento a veces en el cuello, podría decir que mi estado de salud es perfecto al 100%. Aún así, este dolor, causado siempre por contractura, ha mejorado mucho en el último año también. Y todavía no sé si el dolor en esa zona es el que me trae recuerdos de vidas pasadas, o si los recuerdos de vidas pasadas son los que me producen ese dolor (siempre teniendo en cuenta que no es lo único que influye, por supuesto), pero el caso es que ambos suelen ir relacionados. Como es de esperar, hablo principalmente de Roderic. En las últimas semanas me han llegado flashes de alguna de sus vivencias más traumáticas. Diría que Roderic empieza a romperse. Es un tira y afloja constante que tengo con él. Sospecho incluso cuáles son las razones por las que me cuesta tanto llegar al interior de su alma. Pero como hablar sobre esto va a suponer un coste emocional bastante grande, prefiero dejarlo para después de las vacaciones.
La rigidez en el cuello, por razones obvias, la suelo achacar a él principalmente. Sin embargo, ayer me llegó otro recuerdo, esta vez de James, mientras estaba en la cama tratando de relajar la tensión en mis cervicales para volverme a dormir. También lo dejaré para después de las vacaciones, esperando obtener más detalles sobre un episodio en concreto del que no tenía mucha información.
Hoy quería centrarme en un aspecto positivo de recordar vidas pasadas, pues es bueno que de vez en cuando hable también de lo que ganamos recordando. Lo primero de todo, debo decir que una vez que abres la puerta, ya no la puedes cerrar. Esto es un hecho. Con “abrir la puerta” me refiero a abrirla de verdad, de par en par, no a asomarte tímidamente y salir corriendo. Me refiero a sumergirte de lleno en la aventura de recordar y dejar que te lleve adonde sea. Normalmente, quien hace esto, es porque lo necesita, porque escucha una especie de llamada interna y al hacerle caso los medios para recordar se ponen a su alcance. Supongo que esto es porque tiene que existir una predisposición. No una predisposición a creer en la reencarnación —puedes ser de lo más racional y escéptico y empezar a recordar igual— sino a abrir tu mente y dejar que tu intuición guíe tus pasos. Entonces suele llegar la sorpresa, porque lo que se te viene encima es mucho más de lo que esperabas. Los cimientos de tus creencias comienzan a tambalearse, y te cuestionas todo lo que habías supuesto hasta ese momento. Si no abandonas y sigues adelante, es muy posible que empiecen a surgir recuerdos realmente duros, que te hacen plantearte aún más todas esas ideas tan extendidas y aparentemente aceptadas por mucha gente, como la existencia del karma. ¿Por qué hay tanta gente que continúa creyendo en el karma, a veces incluso gente que recuerda vidas pasadas? Es muy sencillo: porque la mayoría no ha llegado a este punto, porque sus recuerdos suelen ser en el lado de las víctimas (ojo, sin ningún menosprecio a las víctimas), y porque no tienen datos suficientes aún que les hagan ver que no existe tal relación de causa y efecto entre los eventos de una vida pasada, y los eventos de las siguientes vidas.
Yo también pasé por esa etapa. Igual que pasé por la etapa de principiante o la de las dudas, también hubo un momento en el que pensé que no merecía la pena haber recordado. Que las catarsis emocionales están muy bien en su momento, pero luego tus recuerdos siguen ahí y tus emociones de vidas pasadas te siguen afectando de una manera que nadie comprende menos tú. Que llevas años recordando y esto nunca parece acabar. Cuando crees que ya no existe nada peor que lo que ya has recordado, de pronto te viene una vida nueva aún más dura, con nuevos retos que superar, con un nuevo ángulo desde el que contemplar las cosas. A veces realmente piensas que no vas a poder con ello, que eso que dicen de que “solo recuerdas aquello que estás preparado para recordar” es otra burda mentira. No entiendes el propósito. No encuentras ayuda en ningún sitio porque nadie escribe sobre ello o porque están más preocupados sobre si su gato reencarnará. Esta es la vida de un reencarnacionista de verdad. Nunca dejamos de sentirnos solos.
A pesar de todo ello, creo firmemente que si no fuera por todo ese duro camino, el salto en tu nivel de consciencia (por llamarlo de alguna forma y no decir evolución espiritual, término que no me gusta) no sería tan grande. Ahora que llevo un año y pico practicando yoga, me doy cuenta de que recordar vidas pasadas y hacer yoga es muy parecido. Esto es una lucha contigo mismo, no con nadie más. Requiere disciplina y determinación. Requiere sentirte mal, a veces, ya sea porque te frustras, o porque te duele algo, o porque te das cuenta de tus limitaciones y quieres superarlas ya, cuando esto no es posible. Requiere aceptarte tal y como eres, con tus virtudes y tus defectos. Requiere tener paciencia. Requiere saber parar cuando lo necesitas. Requiere escucharte a ti mismo… más de lo que jamás te has escuchado, ocupado como estabas en vivir una vida que no te llenaba como tú desearías. Requiere romper tus defensas (romper a Roderic), ese muro que te has construido a lo largo de siglos y siglos para que nadie pueda volver a hacerte daño, por ejemplo. Requiere sacar a la luz lo que no te gusta, para así poder trabajar sobre ello y convertirlo en algo que sí te guste. Requiere ahondar en tu interior para encontrar a tu sombra y que te explique los porqués y cómos, para saber por qué llegaste a tal situación. Requiere conocerte a ti mismo profundamente. Y también requiere transformarte. Pero eso no ocurre de la noche a la mañana. Necesitas una práctica constante para sacar todo el provecho posible a recordar vidas pasadas.
Me consolaré diciendo que tal vez todo tiene que pasar en el momento propicio, y que todo está más o menos programado. Eso me dije durante años, pero en la actualidad pienso que todo depende casi exclusivamente de nuestras decisiones. Nosotros somos los actores de nuestras propias vidas, y ni el director ni el guión tienen poder suficiente para determinar nuestra forma de actuar. Lo cierto es que tuve una gran oportunidad de empezar a hacer yoga, y la dejé pasar. Igualmente, creo que hay muchas personas que prefieren quedarse en el umbral de la reencarnación, por miedo, por dudas, porque piensan que ellos no pueden hacerlo, porque no están seguros de si es bueno o malo… y así pierden la oportunidad de acercarse a la Verdad, de avanzar espiritualmente por un sendero que muy pocos se atreven a transitar. Cuesta años encontrarle el sentido y afirmar convencido de que merece la pena. Pero ese momento llega.
Siempre digo que todas mis vidas pasadas viven en mí. Quizá unas más que otras, pero todas son parte de mi ser. En los últimos días me he sentido como si ahora, por fin, me encontrara justo en la continuación de la vida de Fritz y la de Katrina. Fritz había conseguido superar su etapa de oscuridad y ya tenía mujer e hijo y un futuro en el ejército asegurado, cuando todo esto se truncó al morir muy joven en un accidente de helicóptero. Igualmente, Katrina perdió su vida y sus esperanzas de compartir sus días con alguien que le quisiera de verdad al estallar la guerra y verse obligada a partir al frente francés. En esta vida siempre quise ser veterinaria y quizá acabar teniendo un negocio propio, sin darme cuenta de que eso ya lo hice en el pasado. No ser veterinaria, sino desarrollar una carrera profesional y llegar lo más lejos posible (James) o tener un oficio y ganarme la vida honradamente y de manera independiente (Jérôme). Ahora me estoy dando cuenta de que lo que tengo es lo que siempre quise tener cuando era Katrina o Fritz: un hogar en el que vivir, alguien que me quiera a mi lado, y sobre todo, PAZ. No más miedo, no más ansiedad, no más armas ni gente muriendo a mi alrededor. Tal vez esté cumpliendo mi verdadero sueño. Tal vez esto era lo que mi alma deseaba, y no tener un trabajo que me diera pocas satisfacciones.
Y esto era algo que solo yo misma podía descubrir… recordando vidas pasadas.