Mi primer recuerdo espontáneo en estado de vigilia es de esta vida, y me encanta recordar cómo fue. Un domingo por la mañana salí a dar un paseo con mi pareja. Vivíamos cerca del Rastro y por casualidad pasamos por una tienda de aspecto antiguo, típicas de esa zona de Madrid. Me paré frente al escaparate. Tenían varias armas, entre ellas una miniatura del famoso rifle Winchester, reproducciones de unas Flintlock (en ese entonces aún no sabía cómo se llamaban pero ya habían aparecido en mi vida de Cardiff) y un par de revólveres Colt. Me quedé unos minutos contemplándolas, fascinada. Ese mismo día me dispuse a cortar unas verduras para la comida, sobre una tabla de madera, y me vino súbitamente una imagen a la mente. Era como si estuviera frente a un mostrador de madera y un hombre ponía una Colt sobre él. Fue muy rápido, pero tuve la sensación de que yo era Tommy y el dependiente me estaba ensañando la pistola porque yo estaba interesado en comprarla. En mi diario pongo «lo cuento por si acaso». Menos mal que lo hice, porque si no, posiblemente se me habrían olvidado los detalles.
«Bueno, pues sí, estaba yo (Tom) en la armería. Me atiende un hombre de mediana edad con chaleco, y por lo demás vestimenta típica del Oeste, o sea, camisa y pantalones como de pana o algo así, de color marrón. Me conoce perfectamente, puesto que vivimos en el mismo pueblo. Me enseña la pistola. Estoy segura de que es una Colt (lo difícil aquí es saber si lo sé por ver películas o si lo sé por ser Tom). Le digo que es porque el sheriff nos ha contratado a Johnson y a mí para escoltar la diligencia. La cojo, hago como si apuntara acercándomela al ojo, y el de la tienda me aconseja que practique con ella antes, puesto que una pistola no es un rifle, que es lo que uso yo normalmente. Me vende munición también y se lo pago todo, me viene así como si nada que la pistola cuesta 1’50 dólares, pero no sé si eso sería exacto (teniendo en cuenta que estamos a finales del siglo XIX). Cuando me voy me dice que le recuerde a Johnson que le debe dinero de los últimos cartuchos que le compró. Le respondo que así lo haré.
Me llegaron montones de imágenes fugaces del pueblo, como por ejemplo, la calle principal del pueblo, muy ancha, toda de tierra, con comercios a ambos lados. O la visión de un abrevadero lleno de moscas revoloteando. También un flash muy claro de una chica joven que lleva falda larga, sombrero y pelo largo recogido con dos trenzas, que se llama Becky. Sé que es del pueblo, un poco más joven que yo, y muchos creen que sería buena para mí como esposa. (Todo eso me viene con solo mirarla). Y entre todas esas imágenes fugaces, también me viene alguna escena que se desarrolla un poco más.»
Después de hacer la compra de la pistola, con su cinto y todo, la meto en una alforja del caballo (puesto que aún no quiero ponérmela a la cintura), y voy al rancho. Me veo en el interior, que es todo de madera, con una mujer que al principio identificaba con mi madre… bueno, más bien, no pensaba en nada acerca de ella, simplemente está ahí como en otras regresiones. Me viene que se llama Alice. Creo que está preparando la cena o algo así, mientras yo estoy cómodamente sentado con los pies sobre la mesa, y ella evidentemente me riñe por ello y me dice que los baje. Creo que me regaña bastante a menudo porque cree que no trabajo lo suficiente en el rancho y siempre estoy por ahí con Johnson… pero no es que me importe mucho lo que diga.
Empiezo a pensar en el resto de mi familia, que viven todos en el rancho. Veo muy claramente un niño de unos diez años (creo recordar que ya le puse nombre, pero hoy me ha venido Jamie, o sea, diminutivo de James… sí, todos nombres muy corrientes). Pienso que teníamos un hermano mayor, Robert. Sí, “teníamos” porque ya no está: lo mataron, aunque aún no tengo muy claro qué pasó. Y de pronto sé que nuestro padre murió no hace mucho. Sé que él estaba enfermo, veo al doctor que vino a verlo (con maletín y chaqueta negra), pero no pudo hacer nada por él. Así que pasa sus últimos días en la cama, y veo que estamos toda la familia alrededor de él, esperando el momento del desenlace: yo estoy sentado a la derecha de la cama. Mi hermano Robert, que aún está con nosotros, está de pie a mi izquierda. La mujer está sentada al otro lado de la cama, cogiéndole de la mano, y el niño está cerca también. En ese momento reparo que la mujer es demasiado joven como para ser mi madre, y entonces caigo que no es mi madre, sino mi hermana, aunque muchas veces adopta el papel de madre. Es la segunda después de Robert. Mi padre no es muy viejo, tiene el pelo gris y barba de dos días. Siento la tristeza del momento, ya no hay nada que hacer… decido salir a tomar algo de aire fresco y me siento en unos escalones en el porche. Pienso “The old man is dying”. Me vienen lágrimas a los ojos y me cuesta asumirlo, porque sé que las cosas van a cambiar. ¿Y mi madre? No sé dónde está, creo que también murió, hace ya unos años.
Lo siguiente que veo es su entierro, en un cementerio cercano a una iglesia de madera que parece blanca, con una única torre de campanario. Hay un cura, pienso en él como “reverendo”, viste una sotana negra, un sombrero redondo y creo que una especie de corbata blanca, y lleva un librito en la mano. Estamos fuera, alrededor de la fosa, yo tengo a mi hermano pequeño delante y pongo mis manos sobre sus hombros, todos vestidos de negro o ropas oscuras, mientras bajan el ataúd (que diría que es también de color claro) a la fosa, con cuerdas, y empiezan a echar tierra sobre él.
A partir de ese momento se supone que es Robert el que tiene que tomar las riendas del rancho, él es el mayor, pero poco después lo matan, y es Alice la que se hace cargo. Yo, como siguiente hombre de la casa, debería poner más de mi parte, mi hermana me lo reprocha, pero es como si yo no quisiera asumir esa responsabilidad. Hago alguna cosilla en el rancho, pero no es que me esfuerce mucho, y además siempre ando con malas compañías…
Por ejemplo, sé que ordeño a las vacas. Sé que salgo a pastorear con el rebaño por las planicies (yo a caballo y con el típico lazo), me ocupo del mantenimiento de los cercados… Alice teme que el nuevo trabajo de escolta me quite tiempo para trabajar en el campo, yo le digo que no tiene de qué preocuparse, puesto que no hay diligencias todos los días, solo salen dos o tres veces por semana, vamos y volvemos y ya está. Así consigo un dinerillo extra y además me divierto más. Además le digo que ya tiene a Bob que nos ayuda, es un empleado. Me ha parecido ver que en la parte de atrás del rancho tenemos una especie de cobertizo bajo tierra, al que se accede por una trampilla, que utilizamos como almacén. Aunque me parece bastante raro.
Otro flash que me ha venido es una encrucijada que hay al salir del pueblo, sí, el típico cruce de caminos con unos postes de madera y letreros en forma de flecha indicando los pueblos más cercanos. Me ha venido todo el rato que estamos en Colorado, muy cerca del cañón (hacia el final de la meditación me vino “Grand Canyon”, así tal cual). También me viene todo el rato la palabra “springs”, con Palm delante, me pregunto si lo de “springs” es porque hay un río cerca, sé que a veces llevo allí a Jamie de excursión y pasamos el día. También me ha venido una imagen de las montañas del Colorado al fondo (la típica imagen de pared rojiza), estaba con mi amigo rubio, Johnson, y veíamos uno buitres surcando el cielo en círculos, como si observaran algo allá abajo. Johnson bromea y dice: “Eso es que han matado a algunos de esos apestosos indios y los buitres se los están comiendo”. Cuando dice eso yo me imagino a dos soldados vestidos con uniforme azul (como si fueran el Séptimo de Caballería) persiguiendo a los indios. En cuanto a los buitres, pienso que tal vez sea solo un animal muerto. Él me pregunta si no me gustaría ser uno de esos soldados (formar parte del Ejército o lo que sea), yo le digo que no, la verdad. No me atraen excesivamente las armas. Él se mete conmigo porque cree que soy aburrido.
Algo que me llama mucho la atención de esta vida es el cielo. Me veo recostado con los pies sobre una valla, simplemente contemplando la puesta de sol que es espectacular. Veo todo el horizonte y el maravilloso azul sobre mí. Es una maravilla.
No está claro lo que pasó con Robert, pero creo que dicen que lo mataron los indios… y sospecho que Johnson estuvo allí y no me cuenta toda la verdad. Porque sospecho que también era buen amigo de mi hermano y pasó algo. Creo que es él el que me pica para “dar su merecido a esos indios”, pero esto no sé muy bien cómo acaba, aunque me da mal rollito. Yo no siento ningún deseo de venganza, al menos de momento, porque no sé qué pasó realmente. Sí he tenido algún flash de la imagen de algún indio, esta vez con el mismo aspecto fiero pero con pelo largo.
El trabajo en el rancho me aburre, y no hay muchas cosas que hacer en el pueblo excepto vagabundear. Me veo andando por el pueblo, me siento en un banco de madera al lado de un borracho, y acabo en la cantina tomándome una copita de whiskey. El del bar me pregunta cómo llevo lo de mi padre, me encojo de hombros. No muy bien. Estoy pensando en que al día siguiente tengo que ir con la carreta a otro pueblo a por unos maderos para arreglar una valla (por eso sé lo de los cercados), y no me apetece lo más mínimo. Veo a Johnson que está recostado en una silla, solo, con el sombrero sobre sus ojos, y me mira y me pregunta si echo una partida. Me llama “brother”, aunque sé que no lo somos. No estoy con ánimos de jugar. Sí que disfruto cuando salimos con la diligencia y galopamos a toda velocidad a la vuelta. Pero la sensación que tengo todo el tiempo es que no parece que haya mucho futuro aquí. Es como si no fuéramos a ningún lado y nos limitáramos a ver el tiempo pasar. Y creo que Johnson lo lleva bastante peor que yo y acabará metiéndome en problemas…
Esto no ha sido muy claro, pero he tenido la sensación de que un día me peleo con él a puñetazo limpio, no sé por qué.
Lo dejé aquí porque volvía a tener miedo de lo que iba a pasar a continuación.
(Regresión 13-4-2012.)