Cuando escribí en mi última entrada que había recordado antes un piano, no creía que tenía tanta información. Pero es lo que pasa cuando no estás leyendo tu diario de vidas pasadas todos los días y además llevas unos años bastante desconectada del tema reencarnación.
Pero… lo he hecho: revisar lo que tenía y recopilarlo. No recordaba que antes de la vida de Susan tenía ya recuerdos de otra supuesta vida en la que aparecía un piano. Esto fue muy al principio de mi camino y al final llegué a la conclusión de que era la misma vida. Me gusta compartirlo para mostrar que el proceso de recordar vidas pasadas es muy confuso y que a veces tardas años en unir todos los cabos. Por eso es muy importante escribirlo todo, y de la manera más ordenada posible para facilitar la consulta en el futuro.
Así que con esta entrada vamos a dar un buen viaje…
Según mi diario de vidas pasadas, el primer recuerdo que tuve de Susan fue el 17 de diciembre de 2011. Todavía iba dando a cada flash o pequeña escena que me venía un número, según el orden de aparición.
«Esta mañana, simplemente relajando la mente estando aún en cama, me vinieron un par de imágenes a la cabeza: en una estaba en una casa muy elegante, me sentaba frente a un piano y me proponía tocar algo. No sé si era mujer o hombre.»
«La imagen del piano creció un poco. Me vi a mí misma como una mujer de unos 41 o 42 años, muy delgada, con manos muy finas. Vestía una falda recta larga negra o muy oscura como de terciopelo y una blusa blanca, en algún momento pensé que tenía rayitas finas verticales, con encaje en los puños. Tenía un pelo largo muy bonito pero siempre lo llevo recogido en una especie de moño. Pienso que estoy en Boston, pero no sé si esto es porque me recuerda mucho a la serie de la doctora Quinn, y ahí también salía Boston. No me viene a la cabeza ningún año en concreto. Me gustaba mucho tocar el piano. Vivía en una casa de dos pisos, el piano estaba colocado contra una pared, entre dos ventanas altas que son como balcones. Todo es muy blanco. Tengo la impresión de que tenía marido, aunque no es que estuviera enamorada de él, y también tengo la impresión de que tenía sirvientes, aunque no creo que sean de raza negra. No veo hijos. Creo que llevaba una vida bastante tranquila. En cierto momento recuerdo la palabra “baptista” en relación a la religión (ni idea de qué es exactamente). Más adelante me veo más vieja, con el pelo gris y muchas arrugas, me recuerda a la hija de Charlie Chaplin, más arrugas de las normales para la edad que tengo.»
El siguiente recuerdo con piano me vino el 29 de diciembre de 2011:
«Todavía no sé si es o no en Boston, pero una ciudad norteamericana es seguro, a mediados-finales del siglo XIX. Más que nada han sido como varios flashes. He visto que ya existían las primeras máquinas fotográficas. El pueblo es caluroso, también me ha venido a la cabeza Colorado (pero creo que también salía en doctora Quinn, porque Denver quedaba cerca). Es muy pequeño, solo hay unas pocas casas y el piso es de arena, y hay muchos caballos. Me he visto otra vez con la vestimenta típica y el pelo recogido en un moño. Es posible que sea en una época anterior, yo aún estaba soltera y tengo muchas vacas, o sea, que debo ser ganadera. Después, digo yo que al casarme (aunque esto lo digo yo ahora), pasé a llevar una vida más tranquila. Aparece un señor con traje, chaleco y bigote que es posible que sea mi marido (aunque aún no lo reconozco como tal), tengo la impresión de que me casé tarde, más bien por conveniencia, y no veo hijos, pero sí la casa que salió la otra vez, la del piano. Esta vez la veo también por fuera, es la típica casa americana colonial, con un gran porche y pintada de blanco. Hay pocas emociones en esta vida… nada extremo (al menos por ahora). Creo que fue una buena vida.»
Hoy día no descarto lo de las vacas, pero en todo caso sería en mi infancia. Sobre el resto, impresiona cómo daba muchos detalles que he podido verificar, como la descripción de mi primer marido (no tanto la época, ya que tuvo lugar a principios del siglo XIX). Es obvio que aún no estaba preparada para recordar lo que vendría mucho tiempo después y por eso dije que parecía ser una buena vida. Esto demuestra la importancia de tener muchos recuerdos y si es posible, recordar muchas vidas pasadas. Un fragmento corto da muy poca información.
En abril me vinieron más flashes, muy breves:
«Lo primero que me vino a la cabeza fue la palabra “grapes” y “vineyard”, no sé si será porque tenía algún tipo de plantación. Me vi tocando el piano mientras una mujer joven (con el pelo moreno también recogido en un moño) cantaba a mi lado (una hija?), y también vi la imagen de un chico joven, de unos 25 años (un hijo?), que parecía estar celebrando algo. También tuve la sensación de que teníamos criados (o esclavos) negros, y me vino el nombre de Lousiana, pero esto tal vez fue mi mente racional. Sé que la primera parte de la noche estuve soñando con esta vida, y no fue muy agradable, pero no me acuerdo de nada. No he dormido bien y hoy estoy con esta mala sensación, mezcla de ansiedad, tristeza y depresión.»
(Regresión 18-4-2012.)
Fuente: Victorian British Painting.
Ya en julio de 2013 comenzaron a venir recuerdos más fuertes (no eran los primeros). Y ya no eran breves flashes sino largas escenas con muchos detalles dolorosos.
«Lo primero que empecé a ver fue unos flashes: estoy en un ambiente boscoso, está nublado y está empezando a llover, unos pocos goterones grandes. Puede que sea a principios de otoño. Y voy a caballo, con una falda de color oscuro larga, y voy trotando bastante rápido, no creo que huya de nadie, pero estoy afectada por algo. Veo el camino frente a mí, es tierra de color oscuro porque está algo húmeda. También veo muy clara la parte anterior de la silla, donde está el pomo o como se llame para agarrarse. Diría que el caballo es de color crema o beige pero no lo veo claro. Detengo el caballo y me dejo caer apesadumbrada, siento un dolor en el hombro izquierdo, cerca del cuello, y creo que es porque mi esposo me ha hecho daño ahí…
Pero empezaba un poco confuso, así que traté de centrarme y pensé: “Veamos, por orden…”
Imágenes de la infancia. Vi la que parecía ser mi cara. Niña de unos 5-7 años, pelo moreno por los hombros, algo rizado, cara mofletuda, ni guapa ni fea. Y diría que me llaman [Susan]. Luego veo la cara de un niño, que parece más o menos de mi edad, también tiene el pelo un poco largo, pero castaño, se parece un poco a mí, y viste como en las típicas películas de la época americanas: pantalones y chaleco, con camisa holgada, muy a lo Tom Sawyer. Le llamo William… y pienso en él como una especie de familiar, como un primo… aunque es posible que fuera mi sobrino (si es que tengo hermano o hermana lo suficientemente mayor…) Es posible que vivamos juntos, o al menos nos vemos con mucha frecuencia.
Luego me empezó a venir una imagen muy inquietante que da un poco de vergüenza: vi la parte de atrás de un hombre, nalgas y muslos, desnudos, con los pantalones bajados, mis ojos a la altura de sus nalgas… Me vino como un flash casi en sueños, pero la visión (y una sensación extraña en mi mano derecha que interpreto como aviso de Ian de que esa escena es importante) me hizo “despertar” un poco, y aunque iba a desechar la imagen, traté de nuevo en centrarme en ella. Yo era la misma niña de antes, me topaba con esta escena y por detrás de este hombre había una mujer arrodillada, pero no la llego a ver en su totalidad. Entre el hombre y yo hay una mesa grande, quizá un poco hacia el lado, es como si estuvieran en la cocina y yo les veo pero creo que ellos no me ven a mí… y sé que es mi padre el que está haciendo aquello tan raro, y contengo mi respiración y me salgo y me pongo de espaldas a la pared, preguntándome qué diablos es aquello. Pienso que es algo malo… sobre todo porque sé que aquella chica no es mi madre. Me pregunto cómo lo sé, y me respondo: “¡Porque está fuera!” Ha ido a comprar o algo así. Aquí se produjo una gran conexión, porque me sentía realmente como una niña, en shock por lo que he visto, y sin saber cómo interpretarlo, no sé si es bueno o malo, y pienso “Si mi padre no es malo, ¿por qué está haciendo esto?”. Me pregunto si mi padre también maltrata a mi madre o a otras mujeres, tal y como me pasa a mí luego, pero no estoy segura, no tengo esa sensación. Por cierto, veo a mi padre con patillas prominentes, aunque no muy viejo, y a mi madre resignada y con un gorro o pañuelo que le cubre toda la cabeza.
Lo siguiente que vi es que comencé a oír risas. Eran risas de William, ya de mayor, a quien le estoy contando este incidente. Estamos como en una especie de casita o cabaña, yo ya estoy casada (diría que con mi primer marido), y él ha venido a visitarme (o he ido yo), y estamos hablando. Lo que le cuento le resulta gracioso, y comienza a hacerme alguna pregunta salida de tono, hay mucha confianza entre nosotros porque hemos crecido juntos y tenemos edades similares, pero no estoy dispuesta a contarle si lo he hecho o no… lo que estaba haciendo aquella mujer. Entonces William se da cuenta de que hay algo no natural en mis palabras… y me pregunta si soy feliz “con él”. No hace falta que le responda. Siento el peso en mi alma de la infelicidad y de cuánto desearía no haberme casado con él, pero no hay otra. Le cuento que suelo confesarme con el cura, le digo que mi marido me maltrata, pero el cura dice que eso es normal, que el matrimonio es así… A William le entristece la situación pero tampoco puede hacer nada.
Después vi más escenas de la infancia antes de que me comprometieran con este hombre. Me veo como una niña diferente, que no acepta su papel femenino, prefiere irse a jugar a la casa-árbol que tiene William, y su madre le dice “Ya podrías parecerte a tu hermana”. Veo a otra niña, más delgadita y más bajita que yo, de pelo más claro, que es mi hermana pequeña. A mí me da igual lo que haga ella, pero a mí me revienta que mi única opción sea casarme y tener hijos, en lugar de elegir lo que yo quiero hacer. ¡No quiero tener hijos! Pienso en las mujeres embarazadas y en criar niños… y ¡no quiero hacerlo! Subo a mi cuarto, veo una ventana como de madera, siento rabia por no tener elección. Mi madre dice que ya soy una “mujercita”, debo tener como 13 o 14 años, y sé que pronto me van a casar, y encima en lugar de hacerlo con alguien que me gusta, como ese chico de la iglesia, lo van a hacer con alguien mucho mayor que yo y sin ni siquiera preguntarme…
Del matrimonio en sí no he visto mucho. Me venía el nombre de [...] para mi marido pero es posible que sea mi mente racional. Sí que puede que la vida de aquella tal X que recordé muy al principio encaje de algún modo aquí, porque he recordado un piano que me gustaba tocar. O más bien dos. Uno que es corto (pienso en un clavicordio) que tenemos en un segundo piso, pegado a las ventanas, y otro más grande, de cola, que no sé exactamente dónde está, pero que toco en las reuniones. Por alguna razón me siento bastante vieja, aunque puede que no lo sea… y siento que vivimos en una especie de mansión, con caballerizas e incluso un cercado que yo misma me ocupo de reparar, aunque mi marido dice que no debo hacerlo porque eso no es cosa de mujeres…
Intenté ver algo más del maltrato en este punto pero no me venía mucho, así que sigo dudando si el maltrato más fuerte vino con el otro marido (si es que lo hubo). Sí creo que lo de mi hija y lo de Julien encaja aquí, porque son hechos que tienen lugar durante un espacio prolongado de tiempo. Mi marido quiere un hijo, pero yo tardo en dárselo. Se frustra, pero en parte es comprensivo. Aún así yo no soy feliz, y no encuentro consuelo en la religión, pienso que lo único que me ha aportado la iglesia es a Julien, porque lo conocí allí… creo que él conoce mi situación, pero tampoco puede hacer nada, porque se delataría a sí mismo, y a mí, y el adulterio probablemente me llevaría a la muerte también. Así que aunque parece preocuparse por mí (pienso que más por cortesía que por verdadero amor), le digo que no intervenga.
(Regresión 9-7-2013.)