En otra regresión me quedó claro que era enfermera y ayudaba al doctor en todo lo posible. Solo recientemente me he dado cuenta de que este segundo paciente podría ser el mismo que en el de la regresión anterior, cuando le curábamos el brazo roto que tenía en cabestrillo.
«Lo primero de todo, estaba sentada frente a una mesa con lo que parece un cuaderno y un lápiz o bolígrafo. Estoy en una sala, y en otra mesa está sentado el doctor. Me está explicando algo y yo estoy tomando apuntes, creo que es algún tratamiento. Me grita “¡Katrina!”, porque me estoy quedando dormida. Yo me disculpo y le explico que “el señor” me hace madrugar mucho a veces. El doctor me responde que no le valen excusas y que tengo que atender, si quiero ayudarle. Sé que es por la tarde, porque por las mañanas estoy trabajando en el piso. Veo muy claro al doctor. Es estricto, pero también afectuoso, y muy paciente y comprensivo conmigo, creo que tiene mucha paciencia. Es moreno, alto y regordete, aspecto bonachón, con bigote. No sé si estamos en una escuela de verdad o si simplemente me enseña a mí a título personal, porque en un futuro trabajaré con él. Pero que estoy aprendiendo, de eso no cabe duda.
De pronto vi un flash, dos hombres militares aparecen por la puerta (una puerta batiente doble que parece ser la entrada al hospital, aunque parece que enseguida hay una amplia sala llena de camas, ahora con pocos enfermos) con un soldado en la camilla. Me preguntan si puedo hacer algo por él. Creo que viene inconsciente, con algunas heridas pero sin importancia. Aviso al doctor y veo que viene, vestido de blanco, con la parte de arriba de manga corta. Los militares se van, el doctor pone biombos alrededor de la cama del soldado para que haya algo de intimidad y nos ponemos a trabajar con él. Él se sienta en un taburete en el lado derecho del soldado, y yo permanezco de pie en el lado izquierdo. El soldado tiene el brazo derecho roto. No veo que tengamos rayos X, simplemente le palpa y sabe que tiene que colocárselo, así que pide mi ayuda y le sujeto por la parte del húmero mientras él hace alguna maniobra a la altura del antebrazo. Además dice que aprovecharemos que está inconsciente. Luego se lo encabestrilla. Yo me ocupo de lavarle alguna herida que tiene en la cabeza, y de cogerle una vía en el brazo izquierdo. El doctor me ordena que le ponga morfina en el suero. A mí todo esto me impresiona un poco, debe de ser que aún lo he hecho pocas veces, pero el doctor está pendiente de mí y me felicita cuando lo hago bien.»
(Regresión 12-4-2012.)
Esta otra regresión es también muy significativa, por el sentimiento de opresión que sentía y el hecho de que, como ahora, ninguno de nosotros tiene otra opción, más que ser valiente y tirar para adelante con lo que sea:
«Empecé a ver lo que parece la escuela o la facultad de Katrina: un recinto cuadrado, creo que con ventanales a los lados (aunque lo veo borroso), tengo la impresión de que es al aire libre, una especie de claustro pero en un edificio gubernamental. Yo llego y hay muchos soldados con uniforme gris formando en el centro. Yo me escabullo por uno de los lados, cabeza baja. La primera sensación es de miedo. Me viene la fecha 1939. Y que tengo unos 19 años. Al preguntarme por qué tengo tanto miedo lo que me viene es “Ahora están en todas partes”, con imágenes del desfile de la invasión, los soldados poniendo a la gente contra la pared... la sensación de que no puedo escapar, haga lo que haga.
Luego, imágenes de la casa de Praga. Me siento muy, muy sola. Heinrich es alemán, él está encantado de que los alemanes estén en Praga, y está seguro de que van a ganar la guerra. Y yo ni siquiera puedo decir nada, porque sé que si lo hago me pueden acusar de traición y matarme. Ligero pensamiento de que simpatizo con aquellos estudiantes de las manifestaciones, aunque dudo si los conocía en persona (no creo). Por alguna razón tengo la idea de que ahorcaron a algunos, me viene la imagen (en blanco y negro, como si fuera una foto) de un chico al que han ahorcado y cuelga por una ventana de un edificio. Me es difícil de creer, pero Katrina insiste: “I’ve seen it in the papers”. No quiero acabar como ellos... pero lo que de verdad no quiero es seguir ahí. Desde el principio de la regresión otra idea que tenía en la cabeza es “No puedo hablar”. Es peligroso hacerlo.
Me veo en lo que llamo un “cabinet” (un escritorio). Un papel que parece amarillo, una pluma, intento escribirle a mi madre, decirle que quiero volver a casa... pero el problema es que ya se lo dije cuando me trajo a Praga, y jamás me escuchó. “Quiero volver a mi hogar... al menos algún sitio donde me sienta segura”. Pero con gran tristeza me doy cuenta de que ese lugar ya no existe. Mis abuelos ya no están. Mi hogar seguramente ya no existe... y de todas formas, ¿un pueblo va a ser más seguro que una ciudad, en una guerra? También me doy cuenta de que no hay un lado mejor que otro. En los dos temo que me maten o que me acusen de traidora.
Solo me queda tirar para delante. No hay más opciones. Aceptar trabajar como enfermera para ellos... o quedarme en Praga soportando a Heinrich, esperando quizá la muerte también, cuando vengan a expulsar a los alemanes.
Hubo muchas lágrimas en toda la regresión. En cierto momento noté como si alguien me soplara suavemente bajo el ojo derecho, como secando las lágrimas (lo sé, quizá una corriente de aire, quizá nada). Pero pensé en H. Lo importante creo que es que tiré para delante. H me dice “You were brave”. Hoy día soy incapaz de imaginarme, tan joven y tan sola, aceptando acompañar a tantos soldados, hombres que me intimidaban y me daban miedo... Pero lo hice. La otra opción era quedarme en Praga, exponerme a algo peor, quizá, pero un papel mucho más pasivo. Quizá Johann fue un factor determinante en eso, es posible. Pero cuando H me dice lo de “Brave” (que me recuerda a la canción de Marillion), me vienen ganas de llorar, y le digo: “Ya. ¿Pero de qué me sirvió? It was too much... too much”. Quizá sobrevaloré mis fuerzas, quizá habría sido demasiado para cualquiera. H insiste en que lo importante es que fui a por ello, que lo intenté, que fui valiente.»
(Regresión 31-5-2015.)
What a brave, brave girl
Never lied before
Such a plain deceit
Everyone would eventually know
What a brave, brave girl
Never loved before
Placed herself in reach
So he tried
In his own way
To find the heart
Of the tight-packed rose
She's gone now
But oh, she aches
She aches…