El caso de Sandika Tharanga.
Sandika tenía mucho miedo de los petardos y ruidos súbitos. Cuando los escuchaba se llevaba instintivamente las manos al lado izquierdo de su cuerpo. Sus padres explicaban esto por un disparo que había recibido en el pecho en su anterior vida y que había provocado su muerte. Además, Sandika presentaba una marca de nacimiento en el pecho, pequeña y oscura, situada un poco a la izquierda de la línea media. Había sido más prominente en sus primeros años. En Sri Lanka ha habido periodos de inestabilidad política, sobre todo la Insurgencia de 1971, en la que un número de monjes fueron asesinados.
Haraldsson conoció a Sandika en 1988, cuando ya tenía ocho años de edad, y sus recuerdos ya se estaban desvaneciendo, como suele ocurrir en estos casos. Sus intereses principales eran visitar templos y acudir a la escuela. De siempre fue muy religioso y trató de convertir a sus padres al budismo, pero ellos no accedieron. Estaba ansioso por encontrar el monasterio en el que había vivido, y su padre le llevó a seis o siete cuando tenía de tres a cuatro años, pero no reconoció ninguno de ellos.
Sandika nunca expresó el deseo de volver a ser monje. En 1996 le seguía interesando el budismo y con frecuencia visitaba templos, pero no tenía ninguna intención de convertirse en uno.